La pobreza patológica se manifiesta tanto cuando no se puede ganar dinero a pesar de contar con oportunidades suficientes como cuando por algún motivo se hace una administración de los recursos que genera pérdidas.
Todos tenemos actos compulsivos que nos llevan a realizar acciones no debidamente meditadas, controladas, oportunas.
Por ejemplo, el lento proceso de pagar las compras en un supermercado puede llevarnos a tomar alguno de esos pequeños objetos que suelen estar cerca de quienes hacen la fila para pagar (golosinas, adornos, baterías).
La dimensión de estos actos poco meditados suele influir muy poco en la economía de la mayoría de las personas, pero la situación empeora cuando los gastos compulsivos comprometen partes significativas de nuestros recursos.
Uno de ellos puede estar vinculado a los juegos de azar. Una ludopatía es la imposibilidad de controlar la compulsión a realizar apuestas demasiado grandes en comparación con el patrimonio.
El descontrol que padecen estas personas las avergüenza y tratan por todos los medios de ocultarlo.
No creo que corresponda juzgar la conducta de alguien que no puede controlarla. En varios artículos anteriores (1) he dado argumentos para fundamentar mi creencia en que el libre albedrío es una construcción social necesaria para controlar los descontroles.
Por lo tanto, las asociaciones de personas que necesitan unirse para ayudarse mutuamente pero conservando su anonimato (Alcohólicos, Bulímicos, Ludópatas), han encontrado este recurso para atemperar los efectos perjudiciales de esta construcción social llamada libre albedrío.
(1) ¿Qué libertad?, Soy libre de hacer lo que deba, Lexotán con papas fritas, Cállate que estoy hablando
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11 comentarios:
Yo soy una compradora reprimida. ¡Por suerte!
He notado que cuando estoy deprimida, me acuesto y me pongo a soñar con compras ilógicas: cambiar las cortinas, un par de botas de caña muy alta, cena con amigos en lugares carísimos.
Por suerto me quedo en eso.
Soy candidato a caer en todo aquello que pueda conducir al descontrol. Parece que los gustos siempre me los tengo que dar a lo grande. Me sale caro, porque siempre la resaca se pone brava.
Si no existiera el libre albedrío ¿cómo harían esas personas que se unen para combatir una adicción?
Es complicado explicar a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de libre albedrío. Es claro que muchas de nuestras decisiones las tomamos sin sufrir ningún tipo de coacción directa, o incluso llendo en contra de lo que se nos impone. Estoy de acuerdo con el Licenciado en que el libre albedrío no existe. Yo lo afirmo en el sentido de que nuestras decisiones "libres" están siempre multideterminadas. Por ej: es cierto que en un sistema democrático cada ciudadano puede elegir libremente a su candidato, pero también es cierto que la decisión tomada tiene una razón de ser. Está determinada por la información que poseemos, el grado de discernimiento, la clase social a la que pertenecemos, la ideología predominante en nuestro entorno, lo que votan las personas a las que más apreciamos, etc, etc. En ese sentido es que considero que el libre albedrío no existe.
La justicia del hombre es y será siempre imperfecta. Es la Justicia Divina, la que determinará en última instancia nuestra suerte.
Durante unos cuantos años viví en un lugar bastante apartado en las afueras de la ciudad. Para abastecerme tenía que recorrer unos cuantos kilómetros. Por lo tanto cuando salía de compras lo hacía de manera planificada y mi preocupación se centraba en no olvidarme nada esencial. Durante esa época, tan escasa en estímulos que me orientaran hacia el consumo, sanié mi economía y nunca me faltó nada.
Puedo controlar a veces mi conducta. Más que por la voluntad de hacerlo es porque la constitución de mi aparato psíquico me lo permite. Es decir, por suerte tengo cierta tolerancia a la frustración, capacidad de espera, sentido del humor, un carácter más bien flemático... todas esas características que poseo, las tengo del mismo modo que mis ojos son azules y mi estatura mediana.
Educamos a nuestros hijos con el mismo método con que entrenamos a un nuestro perro cuando es cachorro. Reforzamos las conductas deseadas con estímulos y premios de distinto tipo, y castigamos las conductas inconvenientes con penitencias, enojo, alguna palmada. Intentamos fijar los hábitos que consideramos adecuados mediante la repetición. Damos muestras de afecto cuando todo se hace "como debe ser". Es difícil encontrar otra forma mejor.
Es cierto que no soy un buen administrador de mis recursos materiales. La voy llevando dentro de lo legal, aunque admito que salgo perdiendo. Lo que sucede es que los créditos me permiten llevar un nivel de vida muy por encima del que en realidad podría sostener. Un crédito paga a otro crédito. Siempre estoy pagando, antes de cerrar una cuenta ya abrí otra. Nunca pude ahorrar porque los intereses que pago se llevan lo que podrían ser mis fondos para ahorrar y comprar más barato.
Dedico la cuarta parte de las horas del día al juego. LLevo 20 años con ese ritmo. No estoy orgulloso, es cierto, pero vivo solo y no le hago mal a nadie.
Tenía el problema de la tentación en el supermercado hasta que empecé a hacer mis compras por internet. Es cierto que no puedo elegir las verduras, pero igual salgo ganando.
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