domingo, 9 de agosto de 2009

«Tu deseo es mi rey»

«Un buen negocio sería comprar a Fulano por lo que vale para luego venderlo al precio que él cree que vale.»

Este pensamiento es gracioso aunque ya no hace reír porque es muy conocido.

Algo que creo tener como un dato verdadero es que las personas ganamos dinero solamente en el caso de que sepamos hacer algo que otros necesiten tanto que estén dispuestos a pagar por ello.

Hacer cosas valiosas para los demás (no solamente para nosotros mismos) es algo que siempre fue difícil.

El orgullo y todos sus sinónimos (jactancia, engreimiento, inmodestia, vanidad, pedantería, y la lista sigue) es quizá el obstáculo más grande que tenemos para ganarnos la vida porque nos lleva a suponer que lo que es bueno para nosotros es bueno para los demás.

¿Cómo podríamos superar lo que quizá sea el obstáculo más grande para ganarnos la vida?

Una solución (más fácil de escribir que de ejecutar) consiste en entender que lo que otros digan que son nuestros defectos en realidad significa que es algo que ellos no nos comprarían.

Como ven es sólo un asunto de traducción:

— Si nuestro cliente mira con desdén la antigüedad más hermosa de nuestro local, no está diciendo que tenemos mal gusto, que no sabemos comprar mercadería interesante, está diciendo lisa y llanamente «A mi no me gusta» ó «Yo no gastaría mi dinero comprando esto».

— Si nuestro empleador nos dice que nuestro desempeño es insuficiente, que tenemos una baja productividad para lo que nos paga, no nos está diciendo que somos unos inútiles, que estamos condenados a la marginalidad, está diciendo lisa y llanamente «No estoy conforme con tu trabajo» o «Preferiría tener un empleado que haga las cosas de otra manera».

El orgullo nos impide aceptar que no somos universalmente aceptados. La humildad nos permitiría aceptar que algunos nos aceptan y otros no.

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14 comentarios:

Matilde dijo...

He observado que repite su postura antirreligiosa pero debería observar que usted mismo está pregonando el amor al prójimo sin darse cuenta.

Hacer lo mejor para el otro es amar a Dios y el pago que recibimos de nuestros semejantes es una gracia de Dios.

Piénselo y que Dios lo bendiga.

Ildefonso dijo...

Las últimas tendencias de marquetin indican que la prosperidad depende de hacer lo que el mercado pida y no en tratar de vender lo que uno quiere fabricar.

Celeste dijo...

Es muy cierto que a veces uno generaliza lo que no debería generalizar.

Humberto dijo...

Lo ideal es unificar: trabajar en algo que sea bueno para nosotros y que les sirva a los demás, dicho de otro modo, ser un trabajador vocacional.

Teobaldo dijo...

Tengo un problema de autoestima, por eso si el encargado me dice que no rindo lo suficiente, yo lo que escucho es que no sirvo para nada, no lo puedo evitar.

Mirna dijo...

Creo que gastamos un montón de energía con la ilusión de que vamos a lograr hacer las cosas de modo tal que a todos les va a gustar.

Roberto dijo...

Soy artesano y no puedo trabajar en un objeto que a mí no me guste. El esfuerzo y la energía que conlleva hace necesario que me entusiasme con la obra.

Anónimo dijo...

Si me compran hoy soy una verdadera ganga...

Mª Eugenia dijo...

¿Y quién dice cuáles son nuestros defectos?

Lautaro dijo...

El que mira con desdén la antigüedad más hermosa de mi local tiene ignorancias distintas a las mías.

Rodrigo dijo...

Para darse cuenta de qué es bueno para la mayoría se necesita inteligencia más que humildad.

Yoel dijo...

Muchas personas ven en el orgullo una virtud.

Maribel dijo...

Estoy perdida, mis defectos son todos consensuados!

Carlos Camesella dijo...

En los países subdesarrollados como son los latinoamericanos, ser humilde significa ser apocado, un desgraciado, un cobarde, un gallina, un cagón.

Así se entiende, te guste o no te guste.