«Un buen negocio sería comprar a Fulano por lo que vale para luego venderlo al precio que él cree que vale.»
Este pensamiento es gracioso aunque ya no hace reír porque es muy conocido.
Algo que creo tener como un dato verdadero es que las personas ganamos dinero solamente en el caso de que sepamos hacer algo que otros necesiten tanto que estén dispuestos a pagar por ello.
Hacer cosas valiosas para los demás (no solamente para nosotros mismos) es algo que siempre fue difícil.
El orgullo y todos sus sinónimos (jactancia, engreimiento, inmodestia, vanidad, pedantería, y la lista sigue) es quizá el obstáculo más grande que tenemos para ganarnos la vida porque nos lleva a suponer que lo que es bueno para nosotros es bueno para los demás.
¿Cómo podríamos superar lo que quizá sea el obstáculo más grande para ganarnos la vida?
Una solución (más fácil de escribir que de ejecutar) consiste en entender que lo que otros digan que son nuestros defectos en realidad significa que es algo que ellos no nos comprarían.
Como ven es sólo un asunto de traducción:
— Si nuestro cliente mira con desdén la antigüedad más hermosa de nuestro local, no está diciendo que tenemos mal gusto, que no sabemos comprar mercadería interesante, está diciendo lisa y llanamente «A mi no me gusta» ó «Yo no gastaría mi dinero comprando esto».
— Si nuestro empleador nos dice que nuestro desempeño es insuficiente, que tenemos una baja productividad para lo que nos paga, no nos está diciendo que somos unos inútiles, que estamos condenados a la marginalidad, está diciendo lisa y llanamente «No estoy conforme con tu trabajo» o «Preferiría tener un empleado que haga las cosas de otra manera».
El orgullo nos impide aceptar que no somos universalmente aceptados. La humildad nos permitiría aceptar que algunos nos aceptan y otros no.
●●●
14 comentarios:
He observado que repite su postura antirreligiosa pero debería observar que usted mismo está pregonando el amor al prójimo sin darse cuenta.
Hacer lo mejor para el otro es amar a Dios y el pago que recibimos de nuestros semejantes es una gracia de Dios.
Piénselo y que Dios lo bendiga.
Las últimas tendencias de marquetin indican que la prosperidad depende de hacer lo que el mercado pida y no en tratar de vender lo que uno quiere fabricar.
Es muy cierto que a veces uno generaliza lo que no debería generalizar.
Lo ideal es unificar: trabajar en algo que sea bueno para nosotros y que les sirva a los demás, dicho de otro modo, ser un trabajador vocacional.
Tengo un problema de autoestima, por eso si el encargado me dice que no rindo lo suficiente, yo lo que escucho es que no sirvo para nada, no lo puedo evitar.
Creo que gastamos un montón de energía con la ilusión de que vamos a lograr hacer las cosas de modo tal que a todos les va a gustar.
Soy artesano y no puedo trabajar en un objeto que a mí no me guste. El esfuerzo y la energía que conlleva hace necesario que me entusiasme con la obra.
Si me compran hoy soy una verdadera ganga...
¿Y quién dice cuáles son nuestros defectos?
El que mira con desdén la antigüedad más hermosa de mi local tiene ignorancias distintas a las mías.
Para darse cuenta de qué es bueno para la mayoría se necesita inteligencia más que humildad.
Muchas personas ven en el orgullo una virtud.
Estoy perdida, mis defectos son todos consensuados!
En los países subdesarrollados como son los latinoamericanos, ser humilde significa ser apocado, un desgraciado, un cobarde, un gallina, un cagón.
Así se entiende, te guste o no te guste.
Publicar un comentario