Somos una especie gregaria, es decir que necesitamos vivir en comunidades y no podemos vivir aislados del resto por mucho tiempo.
Como sabemos de esta condición, algunos institutos penitenciarios imponen períodos de soledad a los reclusos de peor conducta.
Esta vida en sociedad nos produce dos emociones contrapuestas: por un lado deseamos la presencia de límites a nuestras aspiraciones y simultáneamente tenemos la tentación de avasallar el derecho de los demás.
En este como en muchos otros aspectos humanos, somos claramente contradictorios.
La cooperación entre nosotros incluye el permiso para disfrutar de algo ajeno por un cierto tiempo: Nos prestan libros, un vehículo, un instrumento musical, dinero.
La institución del préstamo está asociada —por definición— a que exista un acto de devolución de lo prestado.
Las personas que cumplen con este requisito, son confiables y se dice de ellas que son «sujetos de crédito».
Por el contrario, quienes no cumplen con la devolución, rápidamente caen en el descrédito y debe privarse de tan valioso servicio (así como el presidiario debe privarse de la tan valiosa libertad).
Hay por lo menos dos motivos para que algunas personas pierdan este derecho:
1) El ya mencionado deseo de transgredir;
2) La inconsciente comparación con la muerte puesto que morir equivale a devolverle al planeta los materiales que nos prestó y que forman nuestro cuerpo.
●●●
17 comentarios:
No me conocen por lo sensible para el arte pero en este caso me movió el planeta esa foto desde lo que podría ser mi tumba.
Impresionante! Hoy se levantó inspirado!
Me da bronca devolver, siendo que yo no pedí nada.
NO NECESITO QUE ME PONGAN LÍMITES
Se dice de mí que soy sujeto de crédito, aunque si fuera usted, no confiaría demasiado.
No me lleven flores a la tumba. Désenlas a alguien que las contemple y las pueda poner en un bonito florero.
Mi amor no es prestado ¡podés quedártelo osito!
No hay nada mejor que morirse para que a uno lo dejen de molestar con créditos, financiaciones, intereses, plazos y garantías.
Somos gregarios pero cada cual anda con SUS cosas.
Soy buen pagador, por lo tanto me puedo jactar de que acepto la muerte de buen grado (pero no es cierto)
El Barba tuvo que negociar largos años con Matusalén hasta que este se dio por vencido.
Si cada uno tiene un hijo está en derecho de no devolver nada, tan así como que si plantás un árbol podés cortar otro.
Soy una mujer avasallante... quizás por eso tenga algunas deudas y ningunas dudas.
Por suerte hasta ahora me han prestado y no tuve que cooperar. Cuando llegue esa parte me van a tener que soobornar.
En mi tumba no quiero plantas ni flores porque eso trae bichos.
Sí! Muy, muy gregarios. Puro gre gre para decir Gregorio.
Las ideas llenas de ingenio me hacen gracia, me alegran la vida.
Está muy buena esta relación entre préstamo-novevolución-temor a la muerte.
Volver para devolver. Unidad de hecho que exige saber el quid del escuchar para responder.
Te lo he prestado suele ser sinónimo de: te lo he regalado?.
A prejuicio y medio, regalo y no presto cuando el otro es a quien quiero perder.
Publicar un comentario