lunes, 5 de abril de 2010

Los cerebros están en red

En nuestro idioma, cuando queremos transformar un adjetivo en cualidad abstracta, podemos hacer lo siguiente:

El adjetivo simple lo transformamos en simplicidad (condición de simple).

El adjetivo riguroso lo transformamos en rigurosidad (condición de riguroso).

El adjetivo público lo transformamos en publicidad (¿condición de público?).

Pero sin embargo, cuando consultamos el diccionario de la Real Academia Española, nos encontramos con que esta última acepción no la confirma aunque sí confirma las dos primeras (simple y riguroso).

Por el contrario, nuestro diccionario nos dice que por publicidad debemos entender lo que todos sabemos: divulgación de anuncios para atraer compradores, etc.

Y ahora cambio de tema para aportar otro ingrediente de lo que será una conclusión final:

Nuestras computadoras pueden estar aisladas o en red. Si están aisladas, cada una tiene sus sistema operativo (Windows ó Linux por ejemplo) y opera sola.

Cuando nuestra computadora está en red, puede utilizar un sistema operativo central, junto con otras computadoras.

Usted y yo somos individuos (independientes, aislados) pero desde el momento que utilizamos el mismo lenguaje, funcionamos como si estuviéramos en red. Estamos unidos por el idioma, pensamos de manera similar en tanto usamos la gramática española.

El invento de la cadena de montaje de Henry Ford (1863-1947) utilizó ingeniosamente esta condición humana de guiarse por una misma gramática (como si todos usáramos un cerebro humano central), como si todos compartieran el mismo sistema operativo, como si tuvieran el mismo oficio. Por esta destreza básica, todos podían entender y ejecutar las instrucciones de la misma forma.

Conclusión: el vocablo publicidad no alude a público (es decir: que comparte el mismo sistema operativo-gramática) para que nos imaginemos libres de aceptar o no las recomendaciones de los anuncios.

Está demostrado que imaginándonos libres, nos sentimos mejor y somos más obedientes (buenos ciudadanos y consumidores).

Artículos vinculados:

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Lo que la naturaleza no da, nadie lo presta
El enfermo acusado
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10 comentarios:

Fabiana dijo...

La palabra ciudadanía me parece discriminatoria. Y la gente que vive en el campo? A ellos les gustará que los llamemos ciudadanos?

Fulgencio dijo...

Tiene razón! Mire que son jodidos los publicistas!

Luis Paranoy dijo...

Mi cerebro no está en red. A mí nadie se me mete en la cabeza. Yo mis ideas las tengo bloqueadas para todos los ladrones de derechos de autor.

Elvira dijo...

Todos decidimos montones de cosas a diario y sin embargo eso no significa que seamos libres.
Podemos independizarnos de un imperio que nos oprime, pero eso tampoco significa que seamos libres.
Sin embargo, ambos ejemplos aluden a las posibilidades de las personas libres. Quien está en situación de esclavitud, no puede decidir prácticamente ningún aspecto de su vida cotidiana. Tampoco puede un esclavo gozar de los derechos que tiene un ciudadano en un país independiente. Estos son ejemplos de libertad y al mismo tiempo no lo son. Por que? Porque todo lo que elegimos está determinado por quienes somos, y nadie elige quien es. No elegimos nuestro sexo, nuestra salud, nuestro aspecto físico, la situación económica de la familia en la que vamos a nacer, las personas que se cruzarán por nuestras vidas, la educación que recibiremos, y todo lo que podamos imaginar que escapa de nuestras manos y modela nuestra personalidad. Luego esa personalidad estará determinando que podamos tomar determinadas decisiones y no otras, que podamos hacer algunas cosas y desconocer por completo otras.

Gabriela dijo...

Me interesa el planteo de Elvira aunque no estoy de acuerdo. Parte de un error fundamental: considerar que la personalidad, o más específicamente, la persona que somos, es la cárcel que nos impide tener libertad.
Yo no SOY libre pero puedo TENER libertad.

Lola dijo...

Por qué dice que ud y yo estamos aislados? Eso depende, doc...

Elbio dijo...

A pesar de que compartimos un mismo idioma, le damos distinto significado a las palabras. Un ejemplo bien claro es lo diferente que puede significar la palabra amistad para una u otra persona.
Estas diferencias aumentan cuando las personas habitan en distintos países o tienen distintas nacionalidades. Por ej, para un mexicano la palabra abnegado, significa complaciente, en tanto que para un uruguayos significa ser dedicado, esforzarse en algo.

Natalia dijo...

Recién ahora entiendo la importancia de aprender idiomas.

Estefanía dijo...

Me gustaría funcionar en red para no morirme sola.

Eduardo dijo...

Somos individuos Estefanía, y nuestra muerte es individual.