miércoles, 7 de abril de 2010

Sin permiso para crecer

Hay quienes afirman que el ser humano usa una pequeña parte de su cerebro y que la parte que no usa, termina atrofiándose.

No sé si esto es así pero le propongo una idea similar.

La capacidad para usar el lenguaje parece responder a esa lógica porque los niños aprenden a hablar lentamente.

Quizá sea innecesario explicar por qué es importante aprender a hablar (1).

El desarrollo de esta función depende de los estímulos que reciba el niño.

Parecería ser que alguien aprende por repetición como las urracas, papagayos o cacatúas y esto es así porque los niños sordos no aprenden a hablar, pero hay algo más.

Los humanos usamos el lenguaje para representarnos mentalmente personas, cosas, ideas, conceptos, sentimientos.

Cada sonido conocido está asociado a algo. Cuando oímos «mesa», «Sofía» o «alegría», nuestro cerebro reacciona con los respectivos recuerdos. Sabemos del mueble para apoyar cosas, de nuestra amiga o del sentimiento satisfactorio.

Además de la repetición de lo que oímos, la función se desarrolla porque la usamos para calmar la angustia que nos provocan situaciones dramáticas por las que pasamos tempranamente.

El llanto inespecífico, ese grito que todos tratamos de acallar ofreciéndole al niño comida, cariño, abrigo o simple presencia, se va transformando en palabras, frases y oraciones a medida que el desarrollo cerebral lo permite.

Pero estos nuevos mensajes siguen siendo estimulados por necesidades y deseos que procuran ser satisfechos.

La función lingüística es imprescindible para convertirnos en adultos aptos para trabajar, fundar una familia, realizarnos como personas.

Las madres sobreprotectoras atrofian a sus hijos, frenan su evolución e impiden su desarrollo porque ese amor equivocado, priva al hijo de la dosis de angustia que necesita para desarrollar las funciones cerebrales superiores, especialmente la lingüística.

Una madre amorosamente frustradora, ni abandona ni atrofia.


(1) Nuestros dos lenguajes

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12 comentarios:

Serena dijo...

Cuando mi hijo tenía alrededor de 18 meses, alcanzaba con que me señalara algo para que yo se lo diera. Y tiene razón, aprendió a hablar más tarde que su hermano.

Marta dijo...

Es cierto que el lenguaje se adquiere lentamente, sin embargo la lengua materna se aprende mucho más rapido que un idioma extranjero. Sin dudas la necesidad de expresar necesidades nos estimula a aprender con más velocidad.

Daniela dijo...

Qué divinos son los bebés! Es una lástima que den tanto trabajo.

Sandra39 dijo...

Después de que el niño aprende en su hogar las palabras imprescindibles para comunicarse, entra en juego el entorno más amplio. Entonces tenemos, muchas veces, muchachos con una pobreza tal de lenguaje, que no se hacen entender y no pueden poner en palabras sus sentimientos o sus ideas. Por esta causa, se manejan más en el plano de lo concreto y acceden con mucha dificultad al pensamiento abstracto; tienen dificultades en los estudios y a veces también a nivel psicológico, porque el lenguaje en nuestra cultura, tiene un peso enorme en la comunicación.

Lola dijo...

El desarrollo de la lengua es muy importante.

Richard dijo...

Cuando fundé una familia tuve que asentarme. Después nos echaron de ahí y ahora estamos esperando que nos realojen con el plan solidario.

Chela dijo...

Cómo amorosamente frustradora!? Mire que usted es complicado.

Rulo dijo...

Si desarrollo la función linguística va a ser sólo para realizarme como persona.

Elsa dijo...

Por qué los niños aprenden con tanta facilidad las malas palabras?
Qué mierda!

Raquel dijo...

Le voy a poner a mi hijo un nombre bien raro, así nadie lo asocia con otro granuja.

Emiliano dijo...

A mi tía se le pasó la mano con eso de frustrar. Mi primo se pasaba horas llorando y mi tía nada. Decía que le servía para desarrollar los pulmones. Pero claro, se ve que el tipo se dio cuenta que no le valía la pena expresarse porque no conseguía lo que quería. Entonces dejó de llorar, pero tampoco aprendió a hablar casi nada.

Marcelo dijo...

Es preferible que te atrofien los pies a que te atrofien el cerebro.
Las antiguas madres japonesas eran mejores que las madres
pos-modernas.