martes, 5 de octubre de 2010

Cómo Dios ayuda a los ateos

Para ganar dinero, es preciso hacer lo que otros no hacen.

Cuando alguien ingresa a un sector de la economía (venta de alimentos preparados, por ejemplo), se pone en competencia con los demás agentes que se dedican a lo mismo.

Eso determina que lo que haya para ganar en ese sector, se reparta entre los que participan en él.

El caso extremo ocurre cuando los competidores son demasiado numerosos. Esto determinará que unos cuantos reciban ganancias insuficientes.

Todos tendemos a hacer lo que nos gusta y a no hacer lo que nos disgusta. Esto es natural.

Sin embargo, la realidad nos manda señales muy pedagógicas y nos educa para cambiar nuestras estrategias y actitudes.

Ocurre lo mismo en todas las especies: los cambios en el ecosistema que cada uno habita, impone radicación, emigración, adaptación o muerte.

En suma: cada mercado (o ecosistema, hábitat) impone ciertas conductas adaptativas.

En el mercado capitalista (hábitat más generalizado de los seres humanos), tenemos que atender la demanda, debemos satisfacer las necesidades o deseos de otros, a cambio del dinero que les cobraremos.

Para mejorar nuestros ingresos, tenemos que ser creativos, originales, diferentes a nuestros competidores.

Ser diferente implica quedarse un poco solo y la soledad es un esfuerzo que la mayoría no está en condiciones de hacer.

Esa mayoría puede trabajar 12 horas diarias de lunes a domingo, pero ser impopular le resulta trágico.

El miedo a proponer ideas muy diferentes a las que ya están aceptadas, impuestas (y llenas de competidores), puede verse disminuido con la ayuda de Dios.

Efectivamente, si nos inhibe la vergüenza de proponer ideas descabelladas, podemos darnos ánimo considerando que la creencia en Dios es bastante irracional, pero millones de personas inteligentes igual la aceptan.

Por esto, el margen para proponer ideas creativas sin avergonzarnos, es enorme.

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11 comentarios:

Chapita dijo...

Yo tengo ideas creativas todo el tiempo, pero soy pobre. Vivo con la tía Adela. Además ella se enoja si ve que ando muy creativo.

Luciana dijo...

A mí me aterroriza emprender un negocio fuera de lo común y fracazar. Enseguida van a estar todas mis amigas diciéndome "viste yo te dije, yo te dije"

Franco dijo...

No me importa tener competidores. Me dedico a la industria de la construcción y mercado va a haber siempre; aquí o en el exterior.

Ernesto dijo...

Lo que a mí me avergüenza es haber peleado por un mundo mejor y terminar viviendo igual que mis padres.

Marita dijo...

A las ideas descabelladas se les puede poner peluca; así parecen ideas jóvenes y con onda.

Líber dijo...

Es fácil creer en dios porque dios no existe. Lo difícil es creer en una idea que sí existe, y además tiene firma.

Viviana dijo...

Cuando a mí me inhibe algo, no lo hago y punto. Voy sobre lo seguro. Ya bastante complicada es esta vida como para agregarse más complicaciones por gusto.

Alberto dijo...

Respeto la postura de Viviana. Se necesitan personas que mantengan en funcionamiento los viejos negocios y se necesitan innovadores, creadores que mejoren nuestra calidad de vida.
Cada zapatero a su zapato.

Irene dijo...

Cuando estaba en la escuela me gustaba dejar un margen grande en los cuadernos y después los llenaba de dibujos. La maestra me dijo que esa no era forma de tratar al cuaderno.

Filisbino dijo...

A Irene le pasó igual que al Principito; los adultos liquidaron lo que podría haber sido una vida dedicada al arte.

Anónimo dijo...

Las ideas que nadie comparte no son descabelladas, las descabelladas son las que te llevan al fracaso... Se puede ser una minoría de uno y no ser descabellado, simplemente eres el ú nico que cree en tu proyecto, pero eso no te quita la razón... ahora si creer en dios es hacer lo que los demás no hacen... creo que el articulista debe revisar su estudio de mercado....