viernes, 1 de octubre de 2010

«Pan y circo» para empobrecer con alegría

Cuando mi trabajo era visitar médicos para informarlos sobre las bondades de la línea farmacéutica que vendía mi empleador, me llevaba un libro que generalmente no podía leer porque, mucho más interesantes, eran las conversaciones de los pacientes.

En un hospital alejado de todo bienestar socio-económico, una señora le preguntó a otra:

— ¿Nosotros somos pobres o indigentes? —y la aludida respondió:

— Me parece que somos gente y que merecemos otra cosa.

El verbo «merecer» puede contener la clave que determina a qué clase socio-económica pertenecemos.

Cuando alguien piensa que los demás tienen que resolverle los problemas, que el bienestar es un derecho cuyo disfrute depende de la obligación de otro, estamos en problemas.

Para quienes posean la salud suficiente como para trabajar, el bienestar es un derecho y una obligación que tiene la misma persona consigo misma.

El derecho que tenemos todos y que se corresponde con una obligación de los demás, es a no ser atacados, pero el derecho a una calidad de vida digna, se corresponde con una obligación nuestra, de hacer lo que las condiciones de mercado determinen en cada lugar y época.

El Imperio Romano ocupaba una superficie superior a los seis millones de quilómetros cuadrados. Era más grande que la Unión Europea actual.

Durante cinco siglos (27 a.C. – 476 d.C.), fue la mayor potencia mundial.

Su derrumbe ocurrió porque la economía colapsó.

Los últimos gobernantes creyeron inteligente abaratar, subsidiar, facilitar el costo de vida de los pobladores (Estado de Bienestar), los beneficiarios perdieron la necesidad de trabajar para ganarse el sustento y sin producción, el desenlace fue rápido.

Para suponer que «merecemos» una calidad de vida digna, sólo tenemos que regresar mentalmente a nuestra querida infancia, en la que «merecíamos» ser alimentados, cuidados, mimados, consentidos, por nuestros padres.

La adultez funciona de otra forma.

Nota: La imagen corresponde al Coliseo Romano.

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16 comentarios:

Raquel dijo...

Hay trabajos muy mal pagos, seguramente la señora que decía merecer otra cosa, se refería a eso.

Isabel dijo...

Si eres una persona culpógena, creerás que no mereces ningún tipo de bienestar.

Anónimo dijo...

Yo estoy en edad de merecer, pero mi padre dice que lo único que merezco es salir sólo los domingos.

Andrés dijo...

Ya no se dice más "en edad de merecer", quién escribió eso?

Esteban dijo...

No se usará más, pero la verdad es que hay una edad en la que se merecen todo y uno viviría para dárselo, sin pedirles nada.

Maristela dijo...

Sí claro, estoy de acuerdo con Esteban, sólo que esa edad en el caso de los hombres, termina cuando se vuelven hombres.

Esteban dijo...

Qué cosa Maristela! y en las mujeres esa edad empieza cuando se vuelven mujeres.

Sarita dijo...

Me parece que las causas de la caída del Imperio Romano, no son sólo las que ud menciona.

Romualdo dijo...

Si el Imperio Romano colapsó por los subsidios, en cualquier momento nos colapsa EEUU.

Daniela dijo...

Estoy de acuerdo con el Licenciado. Las cosas se merecen cuando uno se las gana. A los niños se los sobreprotege tanto que no aprenden eso. Es una noción que debería quedar clara en la primera infancia.

Soledad dijo...

Yo pensaba: si no produzco, igual produce mi marido. Y el desenlace fue rápido...

el oriental dijo...

La mayoría de los ciudadanos de mi país creen que la educación y la salud pública (la que brinda el estado) son un derecho, cuando en realidad son un privilegio que sustentamos todos a través del pago de impuestos; las pagamos tanto los que hacemos uso de ellas como los que no.

Mirna dijo...

Lamentablemente muchos niños que merecerían una calidad de vida digna, no la tienen. Sus padres tampoco. Son los padres los responsables? Hasta donde llega la responsabilidad de los padres y donde empieza la responsabilidad social?

Diego dijo...

El mercado precisa anestesistas, pero yo no pude terminar la primaria. Nunca fui bueno para el estudio, además tuve que salir a trabajar.

Evaristo dijo...

Por lo general el indigente no llega a darse cuenta siquiera de que es pobre.

Laura dijo...

Creo que es necesario que el Estado provea a la gente que no tiene opciones de salir adelante, de una serie de beneficios; y que a través de el goce de los mismos, o en un principio aunque sólo sea por presentarse a reclamarlos, estas personas se vayan integrando en forma activa a la sociedad; ya sea haciendo su carné de salud, sintiéndose con derechos a documentación, yendo a aprender en cursos como el de alfabetización digital. Cuando los ciudadanos van ganando mayor autoestima, la sociedad puede fortalecer sus valores. Después de revisarlos, claro, porque es necesaria una dosis de seguridad en uno mismo para poder plantearse por qué elijo una cosa u otra, una regla moral o social u otra.