Trabajar es un drama al que le restamos importancia porque no sabemos cómo resolverlo.
Los seres humanos somos animales amaestrados para vivir en sociedad.
Desde que nacemos, los adultos nos prohíben ciertas conductas, deseos, preferencias al mismo tiempo que nos rediseñan hasta que seamos de su agrado.
Como decía en otro artículo (1), nuestros instintos y deseos reprimidos, son recluidos en el inconsciente desde donde permanentemente tratarán de manifestarse (en los sueños, actos fallidos, enfermedades psicosomáticas, etc.)
Por ejemplo, los deseos homosexuales reprimidos de los varones, suelen expresarse teniendo actividades deportivas que impliquen una fricción corporal para luego bañarnos todos juntos.
Los deseos homosexuales reprimidos de las mujeres, suelen expresarse más abiertamente porque ellas aplican una gran ingenuidad a dormir juntas, acariciarse, besarse, juntarse para utilizar un baño público.
Estas hipótesis permiten suponer que uno de los procesos inconsciente es el siguiente:
— Para ganar dinero, mi cuerpo está a disposición de una tarea conveniente para quien me pagará por lo que mi cuerpo produzca para él (fabricar, limpiar, enseñar);
— Durante ese tiempo en que mi cuerpo es usufructuado por otro y no por mí, es probable que mi inconsciente interprete que estoy vendiendo (cediendo, alquilando, prestando) mi cuerpo.
— Por lo tanto mi cuerpo equivale a dinero,
— ... y cuando pago algo, lo pago con mi cuerpo (la Biblia dice «ganarás el pan con el sudor de tu frente», siendo que el sudor formó parte de mi cuerpo).
Observe que nuestro instinto de conservación se niega rotundamente a que se afecte nuestra integridad física.
Para los niños es muy grave que le corten el pelo, las uñas, la pérdida de los dientes temporales o que la madre deseche sus excrementos.
Conclusión: ganar dinero trabajando es mucho más angustiante de lo que estamos dispuestos a reconocer. Inconscientemente, es casi una tragedia.
(1) El terrorismo de Facebook y Twitter
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10 comentarios:
Lo difícil es rediseñarse cuando ya se está "grande".
Cuanto más tiempo estemos manteniendo a nuestros hijos, más les costará entender que no hay otro remedio que trabajar.
Es una injusticia decir que las prostitutas venden su cuerpo, mientras el resto de los trabajadores estarían vendiendo su fuerza de trabajo. Las prostitutas trabajan con su cuerpo, como todos los trabajadores, y luego se lo llevan a su casa. Decir que venden su cuerpo da a entender que son esclavas.
Si seremos casi monos, que se nota arriba del cóxis la huella del lugar exacto donde comenzaba nuestra larga cola.
Los otros días vi un corto publicitario que da a entender lo que ud dice. Intentan transmitir que nuestros jóvenes son valiosos, mostrando su cuerpo sucio de petróleo.
Incluso pagamos por los dientes de leche.
Miralos, tanto grito en el cielo que pusieron por María Magdalena. Pero qué bandidos...
No alcanza con que el cuerpo esté íntegro. Además tiene que estar bien planchadito.
Puede que desde el punto de vista inconsciente, el drama esté en trabajar. Lo que es desde la conciencia es todo lo contrario. Lo dramático es no tener trabajo o estar mal pago.
El dueño de la empresa, fábrica, o lo que sea, usufructúa la fuerza de trabajo de sus empleados. Él a su vez debe realizar tareas de planificación, control, administración, etc. La ventaja que tiene el dueño es que invierte su trabajo y su capital en beneficio propio. Las circunstancias lo han ubicado en ese lugar de privilegio. Su interés es el crecimiento de su negocio, no la generación de riqueza y su reparto. Esta función sólo pueden cumplirla empresas, industrias, del Estado. Sucede que a menudo el Estado no invierte en la producción, en la industria, por falta de recursos. Por este motivo se alienta la inversión de particulares, las más de las veces asociaciones del primer mundo que poseen la tecnología y el dinero. Estos emprendimientos generan puestos de trabajo pero vierten muy poco a la riqueza del país porque pagan muy pocos impuestos.
Los países subdesarrollados seguimos en la misma de siempre; no desarrollamos la industria, vendemos materia prima (productos con escaso valor agregado) y por lo tanto no crecemos. Somos más vulnerables a los ciclos propios del sistema capitalista, porque somos más dependientes.
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