jueves, 3 de noviembre de 2011

La rentabilidad negativa de un hombre bomba

La energía humana (laboral, intelectual, deportiva), es útil sólo si se aplica inteligentemente pero inútil o contraproducente en cualquier otro caso.

Muchos recordarán una anécdota de autor anónimo según la cual un empresario solicitó la asistencia de un experto en reparar su compleja maquinaria.

Cuando el trabajador llegó provisto de un pequeño martillo, pidió que se pusiera a funcionar el mecanismo defectuoso, escuchó como un músico afinando su instrumento, golpeó un caño y el inconveniente quedó solucionado.

Los honorarios llamaron la atención del cliente quien reclamó argumentando que no podían cobrarle mil dólares por dar un golpecito, ante lo cual el profesional rompió la factura reclamada y redactó otra con un desglose:

— Martillazo: U$S 1.-
— Saber dónde golpear: U$S 999.-

Ocurre muy a menudo que los jóvenes, generalmente llenos de ideales, energía y entusiasmo, creen durante muchos años que el dinero se gana poniendo buena voluntad y mucha energía, ... que son los recursos que ellos poseen en abundancia por razones fundamentalmente biológicas (juventud).

La actitud suele dar resultados moderados, escasos, nulos o desmoralizantes.

El nuevo trabajador sale al mercado laboral cargado de entusiasmo, especialmente estimulado porque también tiene muchos deseos de formar una familia, de divertirse, de triunfar.

Visto de afuera, este nuevo trabajador no solamente tiene muy poco para ofrecerle a los potenciales clientes o empleadores sino que hasta puede ser considerado un peligro.

Lo comparo con los explosivos (pólvora, dinamita, nitroglicerina) que pueden ser usados en forma útil para mover tierra y rocas o en fuegos artificiales, pero que si explotan descontroladamente se convierten en mortíferos.

En suma: Las personas dotadas de mucha energía sólo pueden ganar dinero en el caso que la apliquen cuando, como y donde sea útil para alguien, durante el tiempo que la función lo requiera.

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9 comentarios:

Tiago dijo...

Poner mucha energía y entusiasmo en algo, casi siempre deja un saldo positivo, aunque las cosas no salgan como esperábamos.

Jorge dijo...

Entiendo lo que dice Tiago pero no estoy del todo de acuerdo. Creo que los fracasos dejan una huella que en ocasiones puede ser negativa. Si bien de ellos se aprende, también es cierto que pueden hacernos perder confianza y desanimarnos.

Rosana dijo...

Los jóvenes muy entusiastas pueden sentirse como una amenaza. Los adultos a veces le temen a esa energía avasallante, sienten que los jóvenes pueden producir más y traer ideas nuevas.

Osvaldo dijo...

Esos jóvenes llenos de energía que vienen a llevarse todo por delante e ignoran lo que ya se hizo antes, además de toda la experiencia que no tienen y que no les interesa conocer, son petulantes, desagradables e irritantes. Yo los quiero lejos.

Anónimo dijo...

Mis problemas son otros. Yo sobrantes de energía no tengo. Me vendría bien alguien que me contagiara esa nitroglicerina, si fuera posible.

Laura dijo...

Sin embargo ya lo ve... el dibujo nos muestra a la claras que se puede amar a un hombre bomba.

Roque dijo...

Antes, de una mujer muy bonita decíamos que era una bomba, pero los que nos entusiasmábamos éramos nosotros. La bomba se paseaba muy ufana, y poca bolilla que nos daba.

Fulgencio dijo...

Una persona que realiza un trabajo físico tiene que administrar de manera inteligente su energía. Eso no se aprende de un día para el otro, pero se aprende.

Graciela dijo...

En fútbol he visto tantos segundos tiempos lamentables por no saber administrar la energía...!