lunes, 11 de junio de 2012

Los pensamientos del cuerpo



Nuestro pensamiento sólo es una consecuencia de nuestro estado corporal. El malestar segrega ideas pesimistas y el bienestar ideas optimistas.

En otros artículos (1) he comentado con ustedes que muy probablemente nuestra mente registra lo que nos está ocurriendo con la sensación de que fue pensado, decidido y causado por nosotros mismos.

Por ejemplo: en este momento mi mente cree que yo estuve ideando esto que estoy escribiendo (pensando), que luego resolví escribir sobre este tema (decidido) y que finalmente me puse a escribirlo (causado).

Sin embargo, es muy probable que esto no sea así sino que una complejísima red de causas, factores, influencias que obraron sobre mí, han determinado que escriba esto con total prescindencia de mi intervención. Mi cuerpo decidió, fue inevitablemente obligado a escribir esto, y acá estoy haciéndolo.

Si yo fuera creyente en el libre albedrío, creería que «he tomado la decisión de redactar el presente texto»; como no creo en el libre albedrío, entonces: te digo, amigo lector, que la naturaleza, actuando sobre mi cuerpo, ha decidido escribir esto que tú no tienes más remedio que leer porque también has recibido una influencia inevitable de la naturaleza.

Con este punto de vista, (diferente al clásico para no seguir repitiendo lo que por ahora no ha dado resultado para terminar con la pobreza), puedo decirte que nuestros pensamientos no son otra cosa que la sensación subjetiva de lo que está pasando con nuestro cuerpo.

Por ejemplo: cuando creo que todo es desagradable, que la humanidad me desilusiona, que el futuro es terrible, estoy comentando la sensación subjetiva de un estado físico que podría tener por causa que anoche tomé vino de más, que ahora siento la boca áspera y me duele la espalda. Por todo esto, mi cuerpo segrega una idea («piensa») igualmente penosa, molesta, desagradable.

 
 
(Este es el Artículo Nº 1.580)


10 comentarios:

Marita dijo...

Que el malestar segrega ideas pesimistas y el bienestar ideas optimistas, es algo que yo misma he experimentado. Mire Mieres, le pongo la firma. Es como ud. dice.

Luis dijo...

Las ideas son, como dice Fernando, algo que sale del cuerpo y que es parte del cuerpo mismo, como el sudor. Cuando tenemos miedo nuestro sudor tiene un olor más intenso. Cuando tomamos mucha medicación, el sudor tiene un olor característico, identificable sólo para quienes han estado en hospitales psiquiátricos. Si tomamos mucho alcohol, en forma persistente, durante varios años, nuestro sudor tendrá el olor que sólo tiene el sudor de los alcohólicos

Lujan dijo...

Pienso que uno de los caminos que nos puede conducir al bienestar es identificar lo que disfrutamos, lo que nos produce placer, serenidad, sensación de confort. Estos conocimientos fundamentales acerca de nosotros mismos, los tenemos que acuñar cuando estamos bien. De nada servirá buscarlos cuando nos sentimos mal, porque no los hallaremos, e incluso de ser así, no nos serán de utilidad en ese momento.
Conocer lo que nos hace bien es un viaje introspectivo que sólo puede hacerse cuando estamos más o menos estables y satisfechos. Luego nos puede servir como medida preventiva, es decir, hacer y reiterar todo lo que nos gusta. No relegarnos y creer que somos más virtuosos porque nos sacrificamos por los demás. Eso no lleva a nada bueno. Para ser útiles a los demás, lo primero es estar bien.

Filisbino dijo...

Noto en las palabras de Luján cierta creencia en le libre albedrío. Sin embargo ella deja traslucir que podemos estar bien o mal según como se nos de la suerte. En realidad creo que lo propuesto por Luján es algo parecido a lo que hacemos cuando nos vacunamos contra la gripe, nos tomamos unas vacaciones, o consumimos vitamina C.

Margarita dijo...

Sí Filisbino, pero la diferencia está en que Luján habla de un trabajo interior, de autoconocimiento. Las medidas externas (por decir de alguna manera) que podamos tomar, también son importantes, pero lo primero creo que es lo que plantea Luján.

Chapita dijo...

Mi cuerpo decide cosas que yo no controlo. A veces decide que me quede 3 segundos con la boca abierta. Algunos me miran. Otras veces adentro de mi cabeza hablan voces que susurran. Incluso llegan a darme órdenes, pero yo me resisto casi siempre. Son cosas raras. A la mayoría de las personas no les suceden.

Alicia dijo...

Aunque de distinto modo, Chapita, creo que a la mayoría nos pasan cosas parecidas a las que te suceden a ti. Por ej: a veces sigo órdenes que ni siquiera escucho. Es como si la voz de mi madre hablara en mi interior y me dijera ¨cómo vas a hacer eso!¨, ¨acepta lo que te pide este señor!¨, ¨deja ya de andar tocándote!¨.
Es cierto que yo no oigo esas voces, pero esas palabras siguen actuando en mí, determinando buena parte de mis acciones, y no siempre puedo resistirme...

Tiago dijo...

Es fundamental un planteo que hace Mieres acerca de que no podemos seguir repitiendo y repitiendo, los puntos de vista que no dan resultado. Que durante milenios no han dado resultado. Probemos un enfoque diferente aprovechando los conocimientos nuevos que vamos incorporando!!! Ya es hora.

Oliverio dijo...

La suya me parece una buena definición de pensamiento: ¨la sensación subjetiva de lo que está pasando con nuestro cuerpo¨.

Margarita dijo...

En otras palabras podemos decirlo así: mi cuerpo, y con bastante protagonismo mi cerebro, segrega sustancias que, por no estar bien equilibradas, generan que yo sienta que la humanidad me desilusiona, que el futuro es terrible, que no vale la pena vivir.