Entre las prácticas católicas está la de reprimir la
envidia para acumular energía que destinarán a las tareas ideológicamente
recomendadas.
Por permitir que mi pensamiento sea guiado por
la evolución de un razonamiento, terminé una reflexión (1) diciendo que las
personas tenemos que apartarnos de quienes nos inspiran envidia, del mismo modo
que apartamos la mano del fuego que nos produce ardor.
El razonamiento que me llevó a esa conclusión
parece correcto pero algo me dice que apartarnos de la gente que nos provoca
envidia no está bien.
¿Por qué tengo la sensación de que no está
bien alejarnos de quienes nos provocan ese mortificante sentimiento?
Me parece que lo que me lleva a esa suposición
tiene por causa algunos preceptos que caracterizan a nuestra cultura.
Nuestra cultura condena a la envidia y propone
la unión casi incondicional entre las personas.
Nos guste o no, el catolicismo influye
fuertemente en nuestra cultura y sus adherentes tienen un rito (comunión,
eucaristía) con el que los fieles se unen imaginariamente en un solo cuerpo (el
de Cristo).
Muchos de esos fieles se envidian mutuamente
pero de todos modos deben acercarse soportando el dolor que les provoca.
El cristianismo hace un uso sistemático del
dolor, del sacrificio, de la mortificación, pero nunca he oído que reunirse
entre quienes se envidian fuera considerado un ejercicio purificador.
Suelen tipificarse como sacrificios
cristianos, los ayunos, el perdón de las injurias recibidas, la abstinencia
sexual.
Desde el punto de vista económico, es posible
afirmar que la Iglesia Católica tiene creencias que le dan prosperidad,
inclusive a muchos de sus fieles.
Probablemente usan la represión provocada por
esos múltiples sacrificios, para concentrar la energía en los cometidos más
rentables.
Sugerir que la gente no envidie es como
sugerir que la gente no sienta ardor cuando se está quemando.
(Este es el
Artículo Nº 1.572)
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11 comentarios:
¨No hay que ser envidiosa!¨ Me decía mi mamá, mirándome con una mezcla de dulzura y enojo.
Imposible sentir envidia y no sentirla. Ser envidiosa es otra cosa. Es ser alrededor de la envidia. Es que nuestro ser quede copado por la envidia. ¿Pero si eso nos pasa, cómo salirnos? Pensarnos a nosotros mismos y pedirle a otra persona que nos ayude en esa búsqueda, puede ser una solución.
De verdad creo que reunirse entre quienes se envidian puede ser un ejercicio purificador. El hecho es que parece que no nos animamos. Quizás tememos descontrolarnos, enojarnos, no lograr comunicarnos y escuchar.
La mayor parte de las personas que me he cruzado, tienen gran avidez por decir lo que piensan y sienten, pero poco arte y poco interés para escuchar al otro - salvo honrosas excepciones-. Una de esas personas que posee esa capacidad tan útil, es Fernando.
Reunirnos con quienes envidiamos, efectivamente puede producir dolor, a no ser que ya hayamos superado parte de esa envidia, la hayamos procesado en parte. En ese momento quizás sea cuando mejor capacitados estamos como para llevar a cabo esa reunión de intercambio.
No sé si lo que dice Ingrid es lo mejor. Parece razonable, pero me pregunto si una primera reunión para largar la bronca en crudo, no sería también útil. Supongo que dependría de la madurez de los implicados.
En mi caso personal, cuando siento envidia en general me doy cuenta. Gracias a eso, casi siempre puedo tomarme el tiempo de espera necesario como para elaborar lo que me sucede. No es fácil. Me doy cuenta que el tiempo que lleva es relativamente largo. Pero creo que me va bastante bien.
No sé bien cuál es la diferencia entre la envidia y los celos. Puede que el límite esté medio borroneado, por eso me cuesta verlo. A mí los celos me matan, pero con el tiempo he ido mejorando. Haberlos sufrido, me ha ayudado a trabajarlos. Una conclusión a la que llegué es que el amor no es compatible con los celos.
Tomo lo de ¨concentrar la energía en los cometidos más rentables¨, por el lado de que lo rentable es la alegría y la paz.
Más allá de las críticas que se le pueden hacer a la iglesia católica, por sus riquezas materiales, evidentemente su principal riqueza está en concentrarse en lo verdaderamente importante: el amor.
Los pecadores que eran quemados en la hoguera, supuestamente iban a ser purificados por el fuego.
Terrible!!!
Es bueno guiarse por la evolución de un razonamiento, si buscamos proponer algo coherente. Pero ud. terminó su reflexión en una crucificción personal.
No hay que apartar la mano del fuego que nos produce amor.
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