Los pobres, que sienten cómo su Santo Padre rezonga
a los hermanos ricos para que sean más dadivosos, quizá se queden esperando
algún efecto beneficioso de tales rezongos. Si así fuera, estas sugerencias
papales estarían siendo contraproducentes, agravando la brecha entre pobres y
ricos.
Muchas personas pobres creen
en Dios y hasta son fieles a la Iglesia Católica.
El Papa, (Francisco I o
cualquier otro), inspira, entre los católicos, veneración, alegría, confianza,
protección, esperanza. Quizá consideren que ese jerarca es el ser humano que
está más cerca de Dios.
Estos estados de ánimo,
propulsados por la fe, generan efectos tangibles, pero presumo que podrían
estar perdiendo eficacia.
La idea que comparto con
ustedes refiere a que, según algunas mediciones, la desigualdad entre ricos y
pobres es cada vez mayor.
Es probable que los papas de
todos los tiempos hayan pedido a los fieles ricos que fueran más generosos con
los pobres. Es probable también que esos fieles ricos hayan escuchado con
atención ese reclamo papal y que hayan sido más generosos en las donaciones, en
la ayuda social, en el pago de salarios, en las contribuciones a las
asociaciones filantrópicas (a la propia Iglesia, incluida).
Vivo en Uruguay, uno de los
países más laicos del planeta. Esto es muy satisfactorio para los ateos.
También es satisfactorio para quienes poseen la libertad de practicar el culto
que prefieren.
Si los papas de todos los
tiempos estimularon a los ricos para que fueran más generosos con los pobres y
estamos asistiendo a una mayor desigualdad entre ambas clases socio-económicas,
es posible pensar que esa prédica es menos efectiva que antes, por no decir que
ahora es contraproducente.
No podemos descartar la
hipótesis de que aquellas prédicas mantenían una mayor justicia distributiva
pero que ahora, esas mismas prédicas excitan a los ricos para que sean más
ambiciosos y que desestimulan a los pobres para que luchen por un mayor
bienestar en sus vida.
Los pobres, que sienten cómo
su Santo Padre rezonga a los hermanos ricos para que sean más dadivosos, quizá
se queden esperando algún efecto beneficioso de tales rezongos. Si así fuera,
estas sugerencias papales estarían siendo contraproducentes, agravando la
brecha entre pobres y ricos.
(Este es el Artículo Nº 2.193)
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