Hay confesiones que no deberían hacerse, no porque contengan elementos malignos sino porque los que reciben la confesión (personas de bien, amigos, familiares, seres queridos) se molestan enterándose de eso.
Probablemente si alguien dice que tiene o tuvo fantasías homosexuales, causará alguna molestia.
Si alguien dice que en momentos de ocio, angustia o ansiedad gusta masturbarse, ya sea manualmente o utilizando juguetes eróticos (imagen), quizá el clima de la conversación cambie y el aire parezca más denso.
Más o menos lo mismo sucede si alguien dice que es ambicioso, que desearía enriquecer, que ama el dinero, que lucha por tener una mayor disponibilidad económica.
Si bien nuestras fantasías homosexuales o las prácticas masturbatorias podrían molestar porque subyacentemente estaríamos mostrando un bajo control de nuestros instintos, en el caso de la ambición económica estamos sugiriendo algo peor y es una casi confirmada falta de escrúpulos morales.
En los países (en los pueblo, debí decir) subdesarrollados son más dignos de amor aquellos que permanecen en la mediocridad porque no excitan la envidia que tenemos bajo la piel brotando por los poros, que los exitosos que con su poder económico pueden hacer grandes cosas por la nación: crear fuentes de empleo, crear fundaciones benéficas, trabajar efectivamente por la ecología.
El cine, la televisión, las publicaciones impresas, están animándose cada vez más a reconocer que las fantasías homosexuales no son patológicas y que la masturbación es universal, pero no se animan todavía a patrocinar prácticas tan perversas como la ambición de progresar económicamente.
●●●
16 comentarios:
"Propuesta indecente" (1993) con Robert Redford y Demi Moore.
Jasss! En esa peli tuvieron que poner a R.R. para que con su belleza pudieramos perdonar su riqueza.
El que se molesta por el bajo control de sus instintos no es más que un puerco reprimido.
Esta vez todo lo que dice es pura verdad.
No se ponga tan agrio y sarcástico, parece estar muy enojado.
Creo que a la mayoría nos cuesta reconocer nuestros sentimientos de envidia. Es un gran error, porque conocer que nos produce envidia nos permite saber qué es lo que más deseamos.
Se puede querer mucho a alguien y no poder compartir con esa persona tus fantasías. Se me dirá que para eso están los psicólogos, pero no tiene el mismo significado a nivel afectivo. Confiar nuestras fantasías a un psicólogo sirve como material de trabajo para ambas partes (paciente y técnico)y sirve al objetivo del autoconocimiento. Contarle las fantasías a un amigo, implica una confianza muy grande, una enorme comprensión y sintonía entre los dos. Es una de esas experiencias que dejan su sello en el alma.
Licenciado! Estoy en un ciber con un ambiente muy familiar y tengo que correr permanentemente la ventana de la pantalla para que no se vean sus inquietantes títulos!
Cuando la envidia me brota por los poros agarro un olor que espanta a Sultán (mi perro). Debe ser porque ese es un sentimiento muy sofisticado para él y al no reconocerlo le da miedo.
Reprimir ciertas fantasías es sólo un mecanismo de defensa. No da para enojarse con esa gente.
Una vez descubrí que mientras me masturbaba desaparecía el dolor de muelas. Claro que el descubrimiento no me sirvió para mucho porque no podía aplicarlo en la sala de espera.
Prefiero los consoladores más realistas. Esos de la foto son muy abstractos, para eso, mire, casi le digo, agarro la barra del desodorante!
Una manera ingeniosa de confesar que se ama el dinero puede ser decir: amo al dinero casi tanto como a la gente. ¡No me diga que con esa no queda bárbaro!
Y digo yo... para qué hay que controlar tanto los instintos?
Son muchos los padres que enseñan a sus hijos que la ambición es una virtud, y que lo contrario, ser quedado, es para los idiotas.
Es cierto lo que dice Ingrid, y agrego que el cine, sobre todo el de USA tiene numerosísimas películas donde se alienta el modelo norteamericano del "hombre que se hace a sí mismo".
Publicar un comentario