lunes, 12 de abril de 2010

El envidiable corazón de Jesús

Entre los hispanoparlantes, es frecuente escuchar la expresión «¡pobre madre!», para significar que ella está recibiendo un trato injusto, en tanto se le exige demasiado.

La expresión «¡pobre madre!», suele estar incluida en un llamado de atención o en el reconocimiento de que ella está sacrificándose, de que está siendo víctima de alguien.

Jesús Cristo es un modelo de la victimización heroica. Con su prédica de amor desinteresado, ha logrado la inmortalidad que todos desearíamos.

Las vicisitudes dramáticas por las que pasó, parecen haber sido la causa de que su nombre y su figura sean recordados con devoción durante más de 20 siglos.

El compromiso que asume una mujer con sus hijos, es muy grande pero en muchos casos está aumentado artificialmente porque ella lo acepta así.

Suele existir una asociación —nunca explicitada— entre el hijo abusador y esa «¡pobre madre!».

La campaña evangelizadora que comenzaron los primeros seguidores de Cristo, y que continuaron organizaciones institucionales de tipo religioso, es también el modelo de esas madres que son víctimas de su excesiva bondad.

Es cierto que esas madres pueden estar literalmente atrapadas en una situación muy difícil de eludir (chantaje o extorsión emocional), pero la dificultad aumenta por el placer que ellas sienten por el reconocimiento, casi religioso, de que son «¡pobres madres!».

No deberíamos descartar la hipótesis de que los seres humanos, somos explotadores naturales de nuestros semejantes.

Quizá la denuncia de Carlos Marx contra los burgueses, concentró en un grupo lo que es característico de toda la especie.

Digo que el sufrimiento de Jesús Cristo es envidiado por quienes entienden que ser víctima, es un trabajo que se paga —nada menos que— con una especie de inmortalidad.

La pobreza resultante está causada por la imitación de Cristo.

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6 comentarios:

Martín dijo...

Casi todas las ciudades tienen un monumento a la madre.
Monumento al padre nunca vi.

Graciela dijo...

"Pobre madre!" es una expresión que se dice con reconocimiento y se escucha con orgullo. Hace siglos que a los mártires se les adjudica un lugar heroico y la "viejita santa, pura y abnegada" tiene su jaula de oro.

Rafael dijo...

Las madres se ganan la inmortalidad y los padres el beneficio de la duda.

Miguel dijo...

En las reuniones donde hay hombres y mujeres, los hombres hablan de fútbol, política, del trabajo, es decir, hablan de su vida. Las mujeres en cambio, hablan de sus hijos, que siempre son maravillosos o (la otra opción) las colman de preocupaciones.

Esther dijo...

No me siento identificada con el panorama que pinta Miguel.
Se olvidan de la contraparte. Los hombres son los que siempre andan "tirando" porque tienen la pesada carga de llevar el pan a la mesa, ser los jefes de la familia, y obtener la obediencia de su mujer y de sus hijos.

Morgan dijo...

Acepto el dinero, venga de donde venga. No es asunto mío si procede del narcotráfico, del contrabando o del tráfico de órganos.