Concurrí a una entrevista de trabajo con poca ilusión.
En esta ocasión, había consultado una experta en tarot —la más famosa de mi ciudad— quien me dijo que conseguiría un buen trabajo en menos de 30 días.
Al pagarle lo que me cobró, comencé a dudar sobre la confiabilidad del arte adivinatorio.
Sin embargo, en esta ocasión parecía haber acertado porque lo que buscaba la empresa de selección de personal, se ajustaba a mi capacidad mejor que en ocasiones anteriores.
Todo iba bien hasta que en la tercera entrevista, cuando ya todo hacía suponer que me dirían cuándo comenzar a trabajar, me hicieron una pregunta que me cayó como un balde de agua fría:
— ¿A qué remuneración mensual aspira por una dedicación total, de horas semanales?
No sé qué caras le habré puesto al psicólogo que me entrevistaba, pero imaginé que serían de sorpresa, susto, confusión, desilusión y fracaso (por orden de aparición).
Al notar mi perturbación, continuó diciendo:
— Usted nos ofrece una determinada producción que nos parece aceptable. Como cualquier otro servicio, queremos saber cuánto vale para usted, así podemos evaluar si está dentro de lo que podemos y nos conviene pagar por él.
Su respuesta —a una pregunta que no hice—, me pareció más que razonable, pero ahora tenía dos problemas:
— continuaba con la confusión y
— reconocía como imperdonable no saber cuánto (creo yo que) vale mi trabajo.
Logré recuperarme y le respondí:
— Ustedes díganme cuánto están dispuestos a pagar por lo que les ofrezco. Yo necesito trabajar.
El psicólogo —con una mirada más linda que sus ojos—, me dijo:
— Usted nos interesa. Llámeme mañana con una cifra para comenzar a negociar su contratación.
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10 comentarios:
No hay que tener miedo a decir cuánto quiere uno ganar. Si te tirás muy abajo, no hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de que no es eso lo que querés ganar, pero que necesitás trabajar. Es preferible decir honestamente lo que uno aspira. De lo contrario, el psicólogo que selecciona al personal pensará que en cualquier momento podrán irrumpir tus verdaderas expectativas, y vaya a saber uno cómo se manifestarán.
Vió? La desconfianza siempre empieza después de que uno entregó el billete.
Me encantó la frase: "una mirada más linda que sus ojos".
Si una mujer me dice que le intereso, no importa que sea en plural, singular, masculino o femenino. Tengo que respirar hondo y contar hasta diez para no decirle "gratis".
Yo le diría que aspiro al pago de una dedicación total, pero trabajando part-time. Pero sería poco serio.
A las entrevistas de trabajo voy llena de ilusiones. Como la campesina que llevaba el cántaro con leche para vender en el mercado. (sé que son demasiados los aspirantes y tengo pocas posibilidades)
A esa experta en Tarot yo iría, aunque fuera la menos famosa de la ciudad.
No puedo creer! QUÉ CASUALIDAD! A mí también me tiraron un balde de agua fría en la tercer entrevista. Luego me preguntaron: Cómo se siente?. Yo les dije que bien, porque no quería dar mala impresión. Después agregaron: así es como se sentirá cuando se recojan las redes todas las noches.
No puedo llamar a la agencia y sostener la cifra, salvo que utilice la opción manos libres.
Yo me considero bien paga, pero siempre dejo un espacio a la duda por si algún día me reviro.
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