Mi trabajo consiste en entender qué es el dinero para los humanos.
Quiero entenderlo por pura curiosidad —porque para mí encierra algún misterio que lo transforma en algo generador de extrañas emociones—, y en segundo lugar, porque aliento la esperanza de mejorar la justicia distributiva.
Acá aparecen dos grandes incógnitas:
1º) Qué es la justicia para los humanos;
2º) (y si lograra resolver el punto 1º) Qué es específicamente la «justicia distributiva» para los humanos.
Parto de la hipótesis (creencia, prejuicio, sensación) de que siempre hubieron pobres y ricos.
Por lo tanto, todo lo que se ha pensado, escrito y hecho para resolver esa injusticia, está prácticamente descalificado por falta de resultados.
El espacio que me queda para terminar este artículo de trescientas palabras, sólo me da para hacer una mención al primer punto, que repito: «Qué es la justicia para los humanos».
Parecería ser que a medida que vamos resolviendo los problemas de convivencia que se nos presentan, creamos normas de conducta (leyes) que, en caso de incumplirse serán sancionadas de alguna forma, que también redactaremos junto con la norma.
En todo este proceso (experiencia penosa, análisis de la situación, formas de evitar una reiteración), los humanos nos engañamos y acá aparece una causa muy poderosa de toda injusticia.
Si nos mentimos a nosotros mismos, no habrá forma de legislar y juzgar con eficacia.
Me explico:
— Cuando ocurre una conducta inadecuada cuya repetición debe ser evitada en el futuro (por ejemplo, un ciudadano le roba dinero a otro ciudadano), decimos que el ladrón debe ser reeducado, para lo cual se le encierra en un instituto de rehabilitación especializado (cárcel).
— Quienes hablan y legislan sobre el concepto reeducación, se mienten porque lo que quieren es vengarse, y preferentemente, extirpar a ese ciudadano del cuerpo social, es decir, matarlo.
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9 comentarios:
También existe autoengaño en lo que refiere a la rehabilitación de los locos. En muchos casos el interés no está puesto en la rehabilitación, sino en la necesidad de que el familiar pase unas horas fuera de casa.
Seguimos necesitando apartarlos fuera de nuestra vista, porque - aceptémoslo - las más de las veces es casi insoportable vivir con ellos.
Quienes puedan tener interés en reeducar son aquellos que no pertenecen al entorno de la víctima, ni quienes se identifican con ellos.
Quizás para tener vocación por reeducar o rehabilitar, sea necesario identificarse con el victimario.
El isotipo de "pedófilos a la soga" ostenta un fino humor negro.
Dice a las claras que la única forma de que un niño y un pedófilo, compartan el mismo árbol (sociedad) es a condición de que el adulto esté muerto. No se muestra a la niña jugando libre en una hamaca; eso no alcanza. No alcanza que el pedófilo esté ausente. Seguirá presente pero sin vida.
El hecho es que no se puede matar al pedófilo aunque se lo ahorque. El pedófilo no estará ausente y seguirá vivo. Esa es la primer realidad que deberíamos aceptar, para trabajar a partir de ella.
Junto con la Norma hemos redactado un montón de leyes de convivencia.
Es mejor prevenir que reeducar... pero hay que hacer las dos cosas.
Que las cárceles sirvan para reeducar es algo totalmente secundario. Los hechos lo demuestran.
El engaño tiene una fuerte tendencia a convertirse en injusticia. El más invisible de los engaños es el autoengaño.
El otro día, cuando los niños rompieron la piñata en el cumpleaños de mi hijo, pensé lo mismo que usted; que siempre existieron pobres y ricos.
La justicia distributiva es una idea humana, no de la naturaleza.
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