Con ese mágico magnetismo que tienen los números para ciertas personas,
— fueron 33 los mineros chilenos finalmente rescatados después de estar literalmente enterrados en una mina durante 69 días;
— fueron 33 años los que vivió Jesús Cristo, aunque después revivió y —para muchos—, continúa con vida; y
— 33 fueron los revolucionarios que el 25 de agosto de 1825, comenzaron la insurrección que expulsó a los brasileros del territorio que hoy es Uruguay.
La bandera de estos treinta y tres héroes, tenía los mismos colores de la Revolución Francesa (azul, blanco, rojo), pero con una consigna que decía «Libertad o muerte».
«Morir con las botas puestas», es una expresión que propone convertir la vida en una lucha permanente (en tanto las botas son un calzado militar).
«Es preferible morir de pie a vivir de rodillas», es una expresión que señala poéticamente el mayor valor de la dignidad por sobre la sumisión.
Otra coincidencia: Todas las consignas refieren a la muerte.
Retomo la consigna «libertad o muerte» —que no fue sólo de estos revolucionarios de 1825, sino que también fue incluida en varios manifiestos en los que se reivindicaba el fin de alguna forma de explotación, dominio, invasión.
La mayoría somos esclavos de los opuestos, de la duda, la contradicción, la bipolaridad, la ambivalencia, de la lógica, de la coherencia.
Aunque es cierto que existen —y seguirán existiendo—, situaciones en las cuales es lógico sublevarse por el abuso que algunos humanos perpetran contra otros humanos, en el fondo, todos somos víctimas de una esclavitud constante, contra la cual no es coherente, ni lógico, sublevarse.
Me refiero a las molestias que nos provoca soportar la educación, las normas de convivencia, tener que pagar por lo que recibimos, tener que complacer a otros por dinero, como si fuéramos prostitutas.
Nota: La imagen corresponde a una de las portadas del film Belle de jour (1967) protagonizado por Catherine Deneuve. Aunque ella tiene un matrimonio feliz, ejerce la prostitución porque no puede evitar su humana dualidad.
Artículo vinculado:
El patriarcado femenino
●●●
8 comentarios:
No entiendo que tiene que ver el número 33 con las dualidades que debemos soportar todos los días.
Me parece que no es adecuada la palabra "esclavo" para asociarla a la coherencia. Es poco lo que nos esclaviza la coherencia, si tenemos en cuenta todo lo que nos tranquiliza, nos estructura, nos aporta a la construcción de una identidad.
Hace instantes leí algo interesante con respecto al sentido que le aporta la muerte a nuestra vida: elimina las contradicciones, simplifica y ordena los hechos, los cristaliza y vuelve lógicos, transmitibles, pronunciables.
Pero esa lógica dependerá de quien lea la historia. Seguirán existiendo, en potencia, infinitos discursos diferentes.
Pobre, pobre Catherine!!!
Ser esclavo de los opuestos, vaya y pase. Pero nunca, nunca, volveré a ser esclavo de los Opertti.
De un modo u otro la vida es una lucha permanente.
Cuánto número 33... aquí hay masón escondido.
Yo me levantaría en caso de tener que sublevarme en armas, sino es aburrido.
Publicar un comentario