jueves, 24 de febrero de 2011

Los ciudadanos con pañales

El totalitarismo de izquierda estimula los sentimientos infantiles de solidaridad para masificarnos y gobernarnos fácilmente.

Copio y pego parte de un artículo escrito por mí hace más de un año (1)

«La solidaridad es un sentimiento infantil.

«Los adultos no se vuelven solidarios sino que permanecen solidarios.

«En algunos artículos ya publicados (2) he comentado con ustedes que en nuestras primeras etapas de existencia no podemos diferenciar los elementos integrantes de la totalidad.

«Sentimos formar parte de algo confuso, indiscriminado, global.

«Como casi todo lo que nos remite a la infancia, este sentimiento es tierno, amoroso, placentero, pero en realidad está mal ubicado en la adultez.

«No es fácil criticar a las personas solidarias porque para muchos es como condenar a los niños, es como poner en duda el amor a los semejantes, es como proponer bajar la edad de imputabilidad criminal a menores de edad.»

Escribo hoy: El vocablo solidaridad remite a sólido, de una pieza. Sugiere un estado fusional, por eso, en el artículo parcialmente copiado, digo que la solidaridad instala el sentimiento de formar parte de algo confuso (con-fusión), indiscriminado, global.

Los regímenes totalitarios sólo buscan estar en el poder y sus gestores (líderes, déspotas, tiranos) recurren a los procedimientos más eficaces pues en ellos el afán de poder anula cualquier análisis o escrúpulo.

Un método muy usado es el de la violencia. Amedrentando al pueblo para que obedezca ellos logran su objetivo sin analizar las consecuencias.

Otro método muy usado, especialmente por los gobernantes de izquierda, es estimular beatíficamente (con mística, religiosidad, amor sublime), que los gobernados conserven la emotividad infantil, para que sean solidarios y se conviertan en un solo ejemplar.

La masa solidaria equivale a un solo ciudadano, especie de niño grandote, ingenuo, obediente, de mediocre productividad, aplastado por un Estado siempre sobredimensionado.

(1) El subdesarrollo solidario

(2) «Obama y yo somos diferentes»
«Todos para uno y uno para todos»
Tú y yo: ¡un solo corazón!
«Átame el zapato, ma»

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12 comentarios:

Elbio dijo...

El niño nace egoísta, sintiéndose el centro del mundo, incapaz de reconocer las necesidades de los demás. Luego madura y aprende a convivir, a dar, colaborar, compartir. También puede suceder que no lo aprenda o que desaprenda lo aprendido. Puede que entre en la lógica capitalista del hombre lobo del hombre y se jacte con cinismo de su nueva postura.

la canaria dijo...

La masa solidaria es un pan gigante, muy sabroso, que se comparte por las mañanas tomando mate.

Ingrid dijo...

Ud se limita a una acepción de la palabra solidario, y desde allí, tendenciosamente, desarrolla su postura favorecedora del individualismo.

Alicia dijo...

En las primeras etapas de nuestra vida no somos capaces de visualizar la globalidad de una cosa, vemos sus partes fragmentadas y no podemos establecer un orden entre esas partes.

Chapita dijo...

Los misioneros ponen su tarea por encima de sus intereses personales. La postura del misionero, justamente, es colocarse encima de la mujer para copular. Felizmente esa postura permite satisfacer las necesidades personales. Si ese hombre ubicado en forma horizontal, encima de la mujer, tiene en cuenta el disfrute de ella y no sólo el propio, podemos decir que es un ser humano. No un perro o un caballo, con perdón de la palabra.

Martina dijo...

En esta sociedad globalizada siento que formo parte de algo confuso, sin raíces, sin historia.

Filisbino dijo...

Los que quieren bajar la edad de imputabilidad son mayoría. Creo que podrá desarrollar una amena conversación sobre ese tema con muchas personas.

Javier dijo...

Una persona sólida, de una pieza, es una persona íntegra.

Mabel dijo...

Usted siempre intentando lo más difícil! Realmente sus esfuerzos por terminar con la pobreza patológica están llenos de solidaridad, amor a prójimo, misericordia.

Gertuliano dijo...

No quiero sentirme indiscriminado como un feto. Prefiero que me discriminen por pobre!

Laura dijo...

Mi analista me enviaba misivas con un remitente muy curioso. Todas decían en la parte posterior: su infancia. Como es lógico, yo las devolvía al tunel del tiempo.

Sebastián dijo...

Criticar es fácil! Anímese! Arme un buen discurso, vamos!