domingo, 3 de mayo de 2009

«Todos para uno y uno para todos»

En un artículo recientemente publicado con el título «Obama y yo somos diferentes» les decía lo que a continuación transcribo:

«Comparar y discriminar son dos acciones imprescindibles para poder actuar según la percepción de que somos individuos aislados (aunque formamos parte de una sociedad, de un grupo, de una familia). »

La necesidad que todos tenemos de ser amados y de pertenecer a una familia, una colectividad, una congregación, una nación, no requiere que los intereses comunes se mezclen con los intereses particulares.

A quienes no saben diferenciar (comparar y discriminar) los intereses del vecino de los suyos propios, le dará lo mismo comprar comida para su familia o para la familia del vecino; dedicarle una tarde a reparar el techo ajeno será lo mismo que reparar el techo propio.

Este fenómeno podría llamarse «miopía afectiva»: es no saber diferenciar al otro de sí mismo. La billetera del otro es igual a la billetera propia. Trabajar para los demás es idéntico a trabajar para la propia familia.

La «miopía afectiva» cuenta con una multitud de adherentes. Su atractivo no está tanto en el placer que brinda sino en el alivio de tensiones, de preocupaciones, de responsabilidades.

●●●

22 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi padre lo quiere todo el mundo menos nosotras.

Dalma dijo...

Los colectivos fraternos son como usted dice. Seguramente viven mejor que los competitivos. Es probable que aquella consigna de "paz y amor" de los hippies hubiera alentado esta forma de vida.

Nunca pude probarlo.

Roberto de las Carreras dijo...

El omnipresente capitalismo no está ajeno a esta deseo de mucha gente y ha creado las coopertivas, los sistemas mutuales, los seguros colectivos. En todos está presente la idea de que gente desconocida está aportando igual que yo por si algún día estoy mal, "ellos vendrán en mi ayuda".

La fantasía de rebaño, de protección, de seguridad incuestionable está presente, y hasta "sin fines de lucro" dicen los directivos que cobran sueldos faraónicos.

Ya todo fue inventado. jojo

Hermenegildo D. dijo...

Los seres humanos somos ambivalentes. Si vemos a una persona tirada, tendremos dos impulsos opuestos: Ayudarla y abandonarla. ¿Cómo actuaremos finalmente? No se sabe. Dependerá de muchos factores. Uno de ellos, sin ninguna duda, es si hay o no testigos de nuestra conducta.

Adelina Borges dijo...

De Walt Disney para arriba, la literatura (libros, cine, teatro), nos ha provisto de relatos donde el amor al prójimo nos ablandó el corazón, nos hizo llorar, nos hizo sentir deliciosamente buenos. Oh, ¡qué placer de los dioses! lástima que se termina.

Gloria Semproni dijo...

la web esta infestado de pauerpoins con amor, bondad, concejos para vivir feliz. Es de no creer la cantidad de pelotudos que navegan y creen en peses de colores

Romualdo dijo...

Nos cayó como un balde de agua fría la muerte súbita de un hombre de 65 años que corría 10 kms en mi grupo de fondistas. Todos creemos en que el esfuerzo físico y el poco estrés nos convierte en longevos, pero este caso nos dejó más que desilusionados.

Wenceslao dijo...

Un estudio realizado por científicos californianos confirma que el estrés continuado acelera el envejecimiento y agrava las dolencias asociadas a la senectud. El ritmo de vida acelerado erosiona literalmente nuestra molécula de la herencia, el ADN.

Eugenio Porta dijo...

No creo nada en el "querer es poder" pero cuando se hace algo contrariado (descansar o estresarse, no importa), es probable que eso le haga mal. Si pienso que algo me perjudica, es probable (no es seguro)que me perjudique.

Digo "no es seguro" porque hay quienes están seguros que sacrificarse en un esfuerzo sobrehumano los fortalece y los termina matando.

El drepa Tereso dijo...

Mi receta para vivir bien es escuchar al propio gusto y desoír el gusto de los demás, por más exitosos que parezcan. Los que quieren estrés está bien, los que no quieren preocupaciones, está bien. Está bien que tomen agua los que tienen sed y que coman los que tienen hambre.

Lo malo-malo de la fusión es darle agua a quien no tiene sed xq yo sí tengo sed o abrigarte a tí xq yo tengo frío.

Karen dijo...

Esta es la discusión permanente que tengo con mi marido que no deja de ayudar a los hijos como si aún fueran parte suya y ya tienen 30, 28 y 25, todos casados, con hijos. Sigue pegado a ellos y eso nos quita intimidad y ellos tampoco están muy conformes con tantas ayudas no solicitadas. Lo peor es que haciendo eso se siente cumpliendo la doctrina cristiana.

Vittorio Ventura dijo...

En los mamíferos superiores cuando el jefe es desplazado de la manada por uno más joven, se deprime y no tarda en morir. La pérdida de estrés que tiene la comparo con la jubilación mortífira de los humanos. Me opongo categóricamente a que el estrés sea malo.

Como sucede con todo, es malo todo lo que sea excesivo, anormal.

Paula Morena Krall dijo...

Qué lástima, me pasa lo mismo que al Anónimo que se queja de su papá. Pero no creo que él no sepa diferenciar entre él y los demás, simplemente nos desprecia.

Marcela Penino dijo...

Estoy de acuerdo con ud y me imagino lo que sería una madre que fuera a la escuelita y le diera lo mismo llevarse a su niño o a cualquier otro. Una desnaturalizada!

Los que no saben diferenciar lo propio de lo ajeno tienen algún tornillo suelto pero si además se creen santos, pueden ser peligrosos.

Miguel Ángel dijo...

Me parece que el problema está mucho más en el individualismo que en un pequeñísimo grupo de personas que no se priorizan (sea por el motivo que fuere).

Aramís dijo...

Estoy de acuerdo con el contenido del artículo pero no con la crítica implícita en el título. En determinados grupos y en algunas circunstancias es muy loable que sean "todos para uno y uno para todos"

Eduardo Pombo dijo...

Algunas personas no pueden con sus propias responsabilidades y eluden el sentimiento de culpa y de fracaso, volcando su energía en tareas, donde en realidad, son mucho menos imprescindibles.

Rigoberta dijo...

Cuando los intereses comunes coinciden con los particulares, además de satisfacción obtenemos paz.

Monzón dijo...

En la pareja hay que hacer equilibrio entre el interés común y el particular. Lo mismo vale para la familia.

el rapiña dijo...

Creo que todas las billeteras son más o menos iguales.

Yésica dijo...

En ocasiones no nos discriminamos de las personas más queridas. Tenemos tendencia a pensar que quienes ocupan los lugares más importantes en nuestra vida son iguales a nosotros.

Perogrullo dijo...

Es más difícil aceptar las diferencias que alegrarse en las coincidencias.