jueves, 28 de mayo de 2009

«Me avergüenza trabajar por el vil dinero»

La eficacia de cualquier maquinaria o sistema dependen en gran medida de cómo se logren eliminar o neutralizar los obstáculos que pudieran existir en su funcionamiento.

Un ejemplo en maquinaria: los aviones tienen una forma aerodinámica (parecida a la de los pájaros y peces) para que se neutralice al máximo la oposición al desplazamiento que hace el aire.

Un ejemplo en sistema: Si queremos mejorar la recaudación fiscal, procuremos que la política tributaria sea justa, aceptable, exigible en el momento del mes o del año en que los contribuyentes tienen dinero, que el cálculo sea sencillo, que los formularios sean muy accesibles, que no haya que hacer un gran esfuerzo para efectuar el pago (colas, desplazamientos, riesgos).

Si en un país, colectivo o nación queremos tener una calidad de vida digna, necesitamos del esfuerzo de la mayor cantidad posible de ciudadanos.

Todos sabemos por experiencia qué diferente es trabajar con entusiasmo que con desgano. Con cuánta energía hacemos lo que nos gusta y qué esfuerzo tremendo nos cuesta hacer lo que no tenemos ganas de hacer.

Si en un país, colectivo o nación predomina la creencia, prejuicio o moda de que trabajar es vergonzoso o denigrante, el entusiasmo por producir será casi nulo.

Si en ese país, colectivo o nación predomina la creencia, prejuicio o moda de que el dinero es vil, sucio, pecaminoso, todo lo que esté asociado a él será igualmente condenable.

Por lo tanto: Como en el régimen capitalista en el que vivimos casi todos los hispanoparlantes el trabajo se paga con dinero, si tenemos un sentimiento desfavorable hacia alguno de los dos, estaremos en problemas, pero si lo tenemos hacia los dos, entonces la situación no podría ser más grave.

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14 comentarios:

Garfiel dijo...

Esa enfermedad, el no apreciar el trabajo, se llama haraganitis. Está muy extendida por nuestro país y aún no existen campañas para erradicarla.

Carolina Bonilla dijo...

Muy cierto el énfasis que tu pones en la motivación. Reconozco que las cosas que pasaron en la Alemania nazi fueron horrendas, pero tendríamos que poder extraer de ahí alguna enseñanza de cómo Hitler y sus colaboradores lograron tanta energía en un pueblo de gente sencilla como todos.

cachulo dijo...

Entonce etamo frito!

Mauro Ballester dijo...

Me parece que lo más frecuente es la persistencia de creencias contradictorias dentro de uno mismo. Por un lado pensamos que el trabajo es salud pero al mismo tiempo no nos esforzamos demasiado para no pasar por giles. Decimos que queremos ganar más dinero pero miramos con desconfianza a todo aquel que lo posee. Estas contradicciones hacen que malgastemos nuestra energía y perdamos eficacia.

América Pascual dijo...

A mí me avergüenza trabajar para el vil de mi marido

Gaspar dijo...

Me entusiasma producir proyectos y que otros los laburen.

Florencio Firulete dijo...

Entonces algunos artistas están en una situación más que grave!!

Álvaro Fonte dijo...

El entusiasmo me apura, sin embargo me libera del estrés.

Gato Pardo dijo...

Algunos tenemos el tremendo problema de no saber por experiencia cómo es trabajar!

Natalidad Zero dijo...

En mi país la mayor cantidad posible de ciudadanos nunca alcanza. Tenemos que apostar a la calidad.

Héber Gandano dijo...

Si gano no me importa trabajar con desgano.

el guarda dijo...

En el colectivo es imposible tener una calidad de vida digna, menos que menos a las siete de la tarde y con la gripe porcina.

López dijo...

Mi actitud es militante: hasta que no baje un 10% el nivel de hurtos y rapiñas, no pago los impuestos.

Romeo Ackerman dijo...

Por esto que se dice acá es que las religiones han aportado su capacidad de adoctrinamiento: para educar al pueblo según los intereses de la clase dominante.

Las religiones son como una agencia publicitaria.