Los seres vivos (los humanos incluidos) buscamos nuestra conveniencia, ventaja, ganancia, hasta que un límite infranqueable nos detenga.
— Cuando utilizo un taxi, el conductor tratará de sacar el mejor partido de mí: si hay poco trabajo, intentará hacer el recorrido más largo y si hay mucha demanda, tratará de terminar conmigo para que suba otro pasajero cuanto antes.
— Lo que realmente quiero es que mi perro sea guardián, pero que inicie su alarmante ladrido recién cuando el ladrón se aboque a abrir la segunda cerradura de mi puerta y no cuando alguien toca el picaporte sin querer o cuando la vecina saca su perrita en celo a pasear.
— El fontanero (sanitario) manejará su discurso a partir de una sutil percepción de mi estado de ánimo según sea el tono de voz que utilice al hablarle por teléfono. Si me nota muy desesperado, me dirá que tiene muchos compromisos y que demorará en llegar ... aunque haya estado esperando mi llamado para poder pagar una factura vencida. «La desesperación incrementa los honorarios», dice él para sus adentros porque eso le enseñaron sus maestros.
— El mozo de un restorán, el botones de un hotel o la enfermera de un hospital, si conocen su oficio, poseen el talento suficiente para saber quiénes dejarán buenas propinas y quienes no adhieren a esa antigua tradición.
Existen lugares en los que las vacantes se licitan entre interesados que pagarán al empleador una parte de las propinas que sabrán conseguir. El sueldo, en este caso, lo cobra el empleador.
— Los médicos con experiencia, poseen un ranking en sus mentes. Los mejores pacientes son lo que molestan poco, obedecen ciegamente, hacen regalos y tienen enfermedades crónicas pero que responden bien al tratamiento. Expulsarían —si pudieran—, a los pacientes irritantes, desobedientes, desagradecidos, con enfermedades incurables de mal pronóstico.
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¡Bah! ¿Qué me importa?
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13 comentarios:
Yo no me siento bien conmigo misma haciendo esas trampitas. Algunas personas son ventajeras y otras no. Hay quienes prefieren la satisfacción de ser honestos, del mismo modo que que muchos prefieren 'el orgullo de ser humildes", como dice ud.
Ese ángel será sensible a los desodorantes?
Pensar que estás rodeado de personas que quieren sacar provecho de ti, debe dar mucha bronca e inseguridad. Supongo que se necesitarán muchas garantías para animarse a hacer algo.
Además no deben dar ningunas ganas de ser solidario.
Es cierto que muchos son como ud dice, pero creo que no son la mayoría.
Quiero ser empleador y cobrar sueldos. Me gustó.
Me gusta ir en taxi, pero los temas que ud nombra yo nunca los toco: no hablo de fútbol, ni de la escasez de trabajo, ni de maratones, ni de asesinatos o pasajeros apurados.
A mí me gusta mirar por la ventanilla.
Un perro guardián bien entrenado ladra tres veces antes de atacar.
Si alguien toca el picaporte de mi casa, voy en legítima defensa. Después lo meto adentro, para que no me digan que estaba fuera de la finca.
Mi vecinita sale a pasear en celo con su perra.
Mi madre era sabia; siempre una botella de whisky a fin de año para el pediatra.
Si no dejás propina en el restaurante, lo mejor es irlos rotando.
Hay que hacer así: llamás al sanitario y le decís que se te rompió un caño pero que te importa tres pepinos si viene o no, ni cuando termine. Además estás dispuesto a pagar lo que sea porque te sobra la guita. Para rematarla, antes de cortar le gritás " y haga de cuenta que no lo llamé!"
Pensar así es erróneo y te lleva a gastar demasiada energía en la chiquita.
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