Cuando los gobernantes o los médicos nos proponen una conducta
preventiva, nos están diciendo que somos nuestro principal problema.
Está en nuestra naturaleza:
1º - evitarnos problemas;
2º - esperar que otros los solucionen cuando
no podemos evitarlos;
3º - descargar nuestra furia contra quien
suponemos que debería resolverlos y no lo hace;
4º - quejarnos de los nuevos problemas que nos
acarrean los problemas sin resolver y,
5º - al final, cuando no nos queda otra
alternativa, resolver nuestros problemas.
Así somos y sería un problema no saberlo o no
aceptarlo.
Es por esta característica que unas pocas
personas logran el bienestar económico al hacer todo lo contrario: aceptan los
problemas, los resuelven sin enojarse y hasta se ofrecen para resolver los
problemas ajenos cobrando por el servicio (1).
Como digo en otro artículo (2), la comodidad
nos desmotiva. Cuando llegamos al bienestar, dejamos de esforzarnos. Nuestro
cuerpo se queda sin energía cuando percibe que no necesita nada.
La ausencia de energía por falta de problemas
graves y urgentes, nos introduce en un círculo vicioso porque, por inercia,
cada vez tenemos menos ganas de enfrentar los problemas y por eso cada vez
tenemos menos calidad de vida.
En este círculo vicioso, cada vez dependemos
más de que otros nos ayuden, nuestra inteligencia refuerza la creencia en que
son los demás quienes tienen que resolvernos los problemas: los gobernantes,
los profesionales, los familiares.
Cuando estamos en esta situación (indolentes
por exceso de comodidad), somos más propensos a creer cualquier promesa de los
políticos que piden nuestro voto (aumenta nuestra credulidad), creemos que la
medicina es infalible curándonos, que la policía nos mantendrá a salvo de los
delincuentes.
Si rechazamos la medicina preventiva y las
precauciones en seguridad es porque indirectamente nos están acusando de que
nuestro problema somos nosotros.
(Este es el
Artículo Nº 1.596)
●●●
10 comentarios:
Aún cuando lo que ocurre alrededor nuestro es catastrófico, nosotros somos nuestro principal problema.
Dependemos de nuestros propios recursos humanos para permanecer vivos. Esto es así a partir del momento que aprendimos a caminar con presteza y alimentarnos por nuestros propios medios.
Hace ya unos cuantos milenios, que este proceso ha ido retrazándose más y más. Los niños permanecen mucho tiempo al abrigo de sus padres o quienes se hagan cargo de ellos. Algunos de estos niños logran crecer, madurar y ser autónomos (enfrentar y resolver problemas) y otros no. La mayoría lo logramos a medias. Es por eso que olvidamos que nuestra escasez de recursos (recursos de todo tipo), es nuestro principal problema.
Admito que rechazo la medicina preventiva porque no soy capaz de incorporar los hábitos que debería, ni de dejar algunos que ya he incorporado y no me convienen.
Los otros pueden ayudarnos a resolver nuestros problemas, pero siempre, en definitiva, los resolvemos nosotros, para bien o para mal. Los resolvemos como podemos.
A veces nos evitamos problemas con sabiduría y otras veces porque hacemos la del avestruz.
En una sociedad organizada cada cual cumple su rol. Esperamos que quienes deberían cuidarnos lo hagan, porque les pagamos para eso. Pero nadie puede cuidar a otro, si el otro no se deja cuidar.
La violencia y la inseguridad son problemas nuestros. Nuestros como sociedad. Mientras no lo asumamos así, las cosas seguirán igual o empeorarán.
A veces la vida se nos convierte en una maraña de problemas. Es como una bola de nieve que va creciendo, pero de manera desordenada. Adentro de esa bola de nieve amorfa, terminamos asfixiados.
Quienes buscan llegar al nirvana tienen un problema que los motiva todo el tiempo: permanecer en él.
El nirvana no es un sitio ni un estado. Es la verdad absoluta experimentada.
Cuando los problemas nos sobrepasan queremos enfrentarlos, pero no sabemos cómo.
Publicar un comentario