Algunas personas sienten orgullo cuando se dice de ellas que
«es una persona de dinero», pero otras se
ofenden.
Nos guste o no, nuestro conocidos nos
calificarán, nos juzgarán, nos ubicarán en alguna categoría, todo ello sin
consultarnos. Los atributos favorables los comentarán delante de nosotros y los
desfavorables los mencionarán en nuestra ausencia.
Este fenómeno es inevitable, aún para quienes
tienen una mínima vida social.
Ingresamos entonces en los aspectos
lingüísticos de este fenómeno.
Entre otras definición de la preposición «de» (1), sabemos por el Diccionario
de la Real Academia Española que se utiliza
«para expresar
la naturaleza, condición o cualidad de alguien»
Decimos, por ejemplo, Fulano es de:
buena fe, confianza, (buen) corazón, carácter
(fuerte), ley, oficio, experiencia, palabra, principios, raza, valor, o de varios materiales, tales como:
acero, goma, hierro, miel, oro, ébano, nácar.
Esta forma de calificar a Fulano nos lleva a
pensar que todo él está hecho de «buena fe»; es
la «buena fe» personificada; sólo tiene «buena fe» en estado puro.
Otra forma de utilizar la preposición «de» es para designar «de qué es
capaz Fulano».
Con este
uso, podemos decir que «Fulano es de» criticar, tomar
decisiones, quejarse, para significar que «Fulano es capaz de criticar, de tomar decisiones, de
quejarse...»
¿A usted le gustaría ser catalogada como una
persona de
dinero? ¿Qué atributos debería tener, desarrollar, exhibir para provocar en los
demás ese juicio? ¿Qué actitudes debería tomar para evitarlo, si le molestara?
Cuando decimos «Fulano es una persona de dinero» estamos sugiriendo que
Fulano es:
«Acaudalado, acomodado, rico, opulento, magnate, potentado, hacendado,
poderoso, millonario, ricachón, pudiente, solvente, pagador, responsable,
capacitado, serio, cumplidor, formal», pero también estamos adosándole las cualidades que le asignamos al
dinero mismo, como por ejemplo las que menciona Quevedo cuando habla del Poderoso caballero, Don Dinero (2).
(Este es el
Artículo Nº 1.586)
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11 comentarios:
Licenciado: quedé con las ganas de oírlo leer a Quevedo !!! Nos la debe!!
jajajaja!!!! Difícil recuperar la voz de Quevedo!
Leí con atención el Poema de Quevedo. Me sorprendió uno de los versos finales donde dice que ¨al pobre lo entierra¨. Si no existiera el dinero -recurriendo a un pensamiento fácil- podríamos pensar que no habrían ricos y pobres. Y a los pobres no los ENTERRARÍA el dinero. Pero de no existir el dinero, existiría el macho alfa, probablemente; y estaríamos en la misma.
Honestamente a mí no me gustaría ser catalogada como una persona de dinero. Debería tener más don de mando (probablemente), desarrollar conocimientos que no poseo, excibir un estilo de vida que si bien es agradable, me llenaría de sentimientos de culpa. Creo que en esto último está el quid de la cuestión. Pero todas mis razones son refutables, de eso me doy cuenta.
Voy al comentario de Gabriela. Creo que no es tan necesario el don de mando, para hacer dinero se puede recurrir a un liderazgo democrático. Los conocimientos se pueden adquirir y desarrollar con la ayuda de consultores. Un estilo de vida lleno de comodidades y lujos, no es obligatorio llevar. Se puede vivir de manera un poco más austera y destinar el dinero a otras cosas que no te generen culpa, sino que por el contrario, te engrandezcan. Además lo que poseas podés compartirlo con otros; otros pueden disfrutar contigo de tus comodidades. El dinero como valor de cambio, lo podés utilizar como quieras. Te da poder para generar cosas que tú consideras favorables para el prójimo.
¿Qué actitudes debería tomar para evitar ser catalogado de rico? Ser humilde, que no se me suban los humos a la cabeza, estar cerca de los pobres (no encerrarme en un castillo de cristal blindado), vestir con sencillez, vincularme con muchas personas de distinta condición.
Por más que un rico haga eso, se sabe que es rico. Por lo tanto se expone a que lo maten, lo secuestren, pierda privacidad, pierda libertad, se le acerquen muchas personas por interés.
Tu pensamiento Olga, es medio fatalista. Perdoná que yo te lo diga. No te olvides que los ricos cuentan con una protección especial, tanto de su integridad física como frente a la justicia. Hay numerosos ejemplos de ello.
Si el dinero es un poderoso caballero, puede ser un protector. Los caballeros de la Edad Media protegían a los campesinos que vivían en su feudo. Claro que esa protección paternal implicaba dominio y pobreza (pobreza en todo sentido), para los campesinos.
Cierto que es inevitable que otros te juzguen y/o te cataloguen según su leal saber y entender. Los ricos estamos expuestos a que se nos catalogue mal. Soy consciente de que provocamos mucha envidia, que somos la cara viva de las injusticias del mundo. Recibimos odio, pero también mucho amor sincero. También muchas adulaciones, por supuesto. No es nada fácil, pero jamás renunciaría a mi condición. No por temor. En mi cabeza no entra el suicidarme porque perdí buena parte de mi patrimonio, como está sucediendo sobre todo en Grecia. Aún si lo perdiera todo, me lanzaría a la aventura de empezar de nuevo. Quizás porque aún me siento joven. Pero aún si fuera viejo, se que he cosechado algunas amistades que me ayudarían.
Tanto el rico como el pobre, tienen que ser de acero. No pueden doblegarse ante los golpes, porque de lo contrario perecen. Aunque ambos necesitan una parte de goma flexible. En el caso de los pobres, para adaptarse a la posibilidad de ser atacados en su autoestima y tener claro que quien los ningunea es el que tiene el problema. En el caso de los ricos, por el contrario, deben defenderse de la sobrevaloración, no permitir que su autoestima se infle tanto que los lleve a una sobervia empobrecedora.
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