Suponemos, creemos y deseamos que otros nos digan qué nos
conviene más, pero son más confiables nuestros ensayos y errores.
La perseverancia más la moderación en los
gastos, forman una conducta que suele dar buenos resultados en un contexto
socioeconómico capitalista.
Para determinar la «perseverancia» tomamos como punto de
referencia su límite superior patológico, es decir, la «terquedad»; para determinar
la «moderación en los gastos» tomamos como punto de referencia su límite superior patológico, es decir, la «austeridad».
No es muy
sencillo determinar qué nos conviene más: si tener nuestro propio negocio u
ofrecernos como empleados; prepararnos para realizar las tareas mejor pagadas o
prepararnos para realizar las tareas que podemos hacer con mayor facilidad,
dados nuestros talentos y preferencias (gustos).
También en
estos aspectos podemos tomar como punto de referencia su límite superior
patológico:
— Ser
perseverantes ante los primeros fracasos y volver a intentarlo suele dar
resultado; ser tercos e insistir en algo que no muestra alguna señal de un
posible éxito, es perder el tiempo;
— Las
actividades mejor pagadas son tan atractivas que convocan a la mayoría de
interesados, con lo cual en el mediano plazo dejarán de ser las mejor pagadas
por exceso en la oferta de trabajadores;
— Nuestra
disposición al trabajo está muy relacionada con la satisfacción que obtengamos
más allá de la remuneración económica, que resulta imprescindible para
solventar los gastos de nuestra familia más los personales, de tal forma que
una tarea desagradable no tardará en causarnos perjuicios que neutralicen las
ganancias;
— No es
confiable tomar como punto de referencia lo que digan las encuestas, las
tendencias, las mediciones de mercado, los libros especializados, los
conferencistas o el ejemplo de otros agentes económicos. La referencia «menos
mala», pues la perfecta no existe, surge de los propios ensayos y errores.
«Aunque
usted no lo crea».
(Este es el
Artículo Nº 1.578)
●●●
6 comentarios:
Es frecuente que los adolescentes pidan orientación vocacional, cuando se encuentran en la difícil encrucijada donde deberán elegir a qué se dedicarán en su futuro próximo como adultos. La orientación vocacional sirve cuando está enfocada en ayudar al consultante a entender qué le dificulta tomar la decisión, a qué presiones está sometido, cuál es la gama de posibilidades que tiene, cuáles son sus verdaros gustos o inclinaciones.
Este tipo de orientación vocacional, simplemente acompaña la decisión que finalmente toma el consultante, aclarando siempre que es común ir para adelante y para atrás, probando distintas posibilidades, hasta que por ensayo y error se llegue a una decisión.
Si quien consulta lo que va a buscar es que le apliquen una batería de test y le digan ¨ud tiene que estudiar x, o trabajar en y¨; va por mal camino. Está esperando que otros decidan por ud., dado que teme hacerlo por si mismo.
Creo que en todo lo que nos resulta significativo para nuestras vidas, tenemos que poner el cuerpo, probar, asumir que podemos ganar o perder... y tener en cuenta que en realidad es imposible perder el tiempo.
Si deseamos que otros nos digan qué nos conviene más, es porque hemos perdido el timón de nuestra vida. Más allá de que el viento nos lleve inflando la vela, nuestro timón está hecho de nuestros deseos, y no conviene que se nos resbale de las manos.
Creo que el límite superior patológico de la moderación de los gastos no es la austeridad. La austeridad me parece razonable. Puede que el límite patológico sea la indigencia.
Para guiarnos por nuestros ensayos y errores es necesario tener tolerancia a la frustración, de lo contrario nos sentiremos abatidos demasiado pronto.
Cuando mis padres me decían qué me convenía más, yo solía hacer lo contrario.
Publicar un comentario