Aunque su inmadurez o su avaricia los rechace, el
comentario que deseo compartir con ustedes es que deberíamos luchar para que
nadie nos regale nada, porque si nos apoderamos de ese regalo, quien nos regala
recortará nuestras libertades o nos perjudicará de alguna manera. En el mejor
de los casos, quedará esperando nuestro regalo.
El concepto gratuidad es interpretado
con tal inocencia que nos permite evaluar cuán ingenuos somos los humanos
actualmente.
Somos tan cándidos que nos
imaginamos dignos de recibir regalos sin dar nada a cambio, a pesar de que esos
regalos desinteresados no existen ni entre los familiares y ni entre los amigos
más queridos.
Sostener la creencia en la
gratuidad nos marca con claridad hasta qué punto estamos mentalmente inmaduros.
Resulta insólito que gente adulta crea que alguien lo eligió para premiarlo sin
pedirle nada a cambio.
Pues bien, todo esto, pero
aplicado masivamente, nos lleva a entender cómo las naciones, en las que los
estados se hacen cargo de muchos costos a través de servicios gratuitos o de
servicios subvencionados, no generan suspicacias entre los beneficiados.
En suma: el comentario que deseo compartir con
ustedes es que deberíamos luchar para que nadie nos regale nada, porque si nos
apoderamos de ese regalo, quien nos regala recortará nuestras libertades o nos
perjudicará de alguna manera. En el mejor de los casos, quedará esperando
nuestro regalo.
(Este es el Artículo Nº 2.195)
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1 comentario:
Efectivamente. En eso se basa la política electorera. Los partidos y sus candidatos "regalan" una despensa para 3 o 4 días o unas láminas y con eso les regresan el regalo para que vendan cada seis años los recursos del país, empobreciéndolo cada vez más.
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