— ¿Le gusta el chocolate?
— Si, pero lo detesto.
— ¿Cómo se entiende eso de que le gusta pero lo detesta?
— Cada vez que lo como, engordo.
— ¡Ah! Comprendo.
Este diálogo está puesto como pequeña introducción a otro concepto diferente pero comparable.
Observe este fenómeno social: A todas las personas nos gusta ser amados. Quizá no busquemos la pérdida de privacidad que impone la fama pero el reconocimiento sobrio, el respeto, la consideración, el afecto, la solidaridad recibidas son necesarias (probablemente imprescindibles).
Observe este fenómeno individual: A quien le gusta el chocolate pero lo detesta está mostrando una condición propia del ser humano: la ambivalencia. Algo puede ser amado y odiado, defendido y atacado, criticado y aplaudido. La explicación que nos da es aceptable: Le gusta el chocolate pero le hace daño.
Veamos ahora estos asuntos pero teniendo en cuenta a los bienes materiales. Algunas personas padecen mucho la envidia. El bienestar ajeno les hace daño, les provoca sentimientos destructivos hacia el envidiado.
En suma, les gustaría tener más dinero y mejor calidad de vida pero saben que eso provocará en los demás los mismos sentimientos agresivos que perciben en sí mismos y eligen evitar que alguien sienta envidia por su bienestar ya que prefieren ser amados, reconocidos, respetados, ayudados.
En conclusión: Quienes dicen detestar el dinero (como al chocolate) no están diciendo que no les agrada sino que temen algunas consecuencias indeseables. En el caso del dinero es la envidia y en el caso del chocolate es el sobrepeso.
Más resumidamente: Estas personas, si estuvieran mejor, se sentirían peor. Si disfrutaran del chocolate padecerían por el afeamiento. Tal como decía más arriba, la ambivalencia es una característica del ser humano.
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18 comentarios:
Varias veces me asusto de las ganas que me vienen de que mi padre se muera. Después resulta que me inspira mucho afecto. Si mis pensamientos matarán de verdad, cuando me viene la bondad estaría huérfano.
No digo el dinero que es algo de por sí muy complicado, pero a mi me pasa eso con las calificaciones en la facu. Mis amigos más divertidos son unos inconcientes y cuando tengo éxitos ellos se burlan y me hacen sufrir.
Mis atracones son con helado y me salva que son carísimos si no sería un gordo infame.
Cuando llegó una nueva jefa a mi oficina, arrancó malísimo. Nos reunió a todas y nos dijo: Me traen para aumentar el redimiento de ud, no para hacer amigas. ¡A trabajar! ¿Cómo alguien puede vivir con el odio que ella misma riega día a día?
A mi no me importaría que invadan mi privacidad. Quiero salir en la tele, quiero ser acosada, no me importa más nada que eso. Me acuesto con el viejo que sea.
Tengo la cabeza repleta de maldades contra los que ya llegaron a lo que no conseguí y temo que nunca conseguiré.
Me cuesta entender esto de la ambivalencia. Estoy convencida de que los sentimientos son o no son, sin embargo mis padres quieren más a mi hermana pero me ayudan más a mí que a ella.Tengo un lío en la cabeza. No puedo pensar en el dinero porque tengo problemas más graves que resolver antes.
Mis hijos ya terminaron sus estudios y siguen dependiendo de mi. Están más interesados en conservar a sus amigos que en volverse productivos para algún día formar una familia. No sé cómo estimularlos.
Ramón, estimúlelos a que conserven a sus amigos y se volverán más productivos.
Qué claramente explicada está la ambivalencia en este texto!
La envidia que otros puedan tenerme me aterroriza. Prefiero reconocimiento por contigüidad que por mérito propio. Es decir, me va bien ese dicho (bastante engañoso): "dime con quién andas y te diré quién eres"
En realidad no puedo darme cuenta si envidio o no, el éxito ajeno. Creo que la conciencia, la moral y las buenas costumbres, han tejido redes tan tupidas, que de verdad no puedo ver que pasa allá en lo hondo.
¡¡QUIERO ESA BARRA DE CHOCOLATE YA!!
no, dejá, mejor no porque lo que pasa es que...
Que cuando te viene la bondad resulta que podrías estar huérfano, es todo un drama, Camilo, pero muy gracioso. Perdoná.
Soy una agresiva tan civilizada que ya no me crecen los colmillos. Menos mal que mi hermana es dentista.
Si la ambivalencia es una característica del ser humano ¿no es acaso lógico que me gusten los hombres y las mujeres también?
Entonces lo que Ud. dice es que hay que estar peor para estar mejor, que cuando peor, mejor y toda esa historia. Sabe una cosa, ud. es un maldito tupamaro, degenerado, prepotente... un falso iluminado.
Pará Gregorio! estás haciendo bruta metonimia. Además que vos no estés de acuerdo con los heroicos, solidarios y comprometidos tupamaros, es harina de otro costal.
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