sábado, 5 de septiembre de 2009

La cara del cliente

En el Río de la Plata tenemos una expresión que quizá figure en otras zonas hispanoparlantes.

Por ejemplo, si un señor humildemente vestido llega en su bicicleta a comprar una planta para regalarle a su esposa que cumple años, el vendedor quizá le cobre $ 20.- Por el contrario, si un señor se detiene en su Mercedes Benz para comprar la misma planta, el vendedor quizá le cobre $ 40.-

Cuando vemos que el vendedor tiene este criterio de cotización, decimos que está cobrando «según la cara del cliente»: al que parece tener poco dinero le cobra menos que al que parece tener mucho.

Esto puede suceder si el estado no interviene y permite que los agentes económicos (vendedor y comprador) negocien libremente. Si el estado fuera intervencionista, obligaría al vendedor a tener una tarifa centralmente determinada para ese tipo de plantas: $ 15.- por ejemplo.

Si vamos un poco más al fondo de la cosa, podríamos observar que el señor de la bicicleta tiene que trabajar una hora para ganar esos $ 20.-, pero el señor del Mercedes Benz tiene que trabajar también una hora para ganar esos $ 40.-

En esencia, el vendedor les está exigiendo a los dos el mismo esfuerzo laboral: ambos tienen que destinar una hora de su trabajo para llevarse una planta.

Como puede verse, esta absoluta libertad de acción de los ciudadanos permite una democracia más perfecta que aquella que está aparentemente protegida por un estado regulador, que interviene en la vida de sus ciudadanos.

Este es un razonamiento característico de aquellos que dicen que «el mejor estado es el que no existe» (y en el caso de que tenga que existir, que se entrometa lo menos posible en la libertad de sus ciudadanos).

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14 comentarios:

Yohana dijo...

Supe ser botinera y me enteré de lo que tu cuentas. En todos lados que lo reconocían, le cobraban mucho más.

Cr. Meirelles dijo...

Está bien lo que usted dice pero reconozca que la realidad es bastante más compleja.

De todos modos ya me dijo que en menos de 300 palabras no es mucho lo que se puede complicar.

Saludos desde Salta!

Agoradeideas dijo...

El ejemplo es falso. Creo que es bastante perverso estar a favor de no tener los precios visibles.
Decir que el regulador... es justo. Me parece muy diabólico porque el vendedor se limita a juzgar por las apariencias.
Hay gente en mi ciudad de Barcelona cuya moda imperante es industrial, minimalista y austera... hay grandes fortunas detrás de esas vestimentas.
Es un craso error pensar así según su ejemplo.

el flamenco dijo...

Ud dice que la libertad lleva a la autorregulación del mercado y todos sabemos que esa es una VERDAD A MEDIAS.

Maribel dijo...

Yo conozco a ese florista. Tiene un sexto sentido. Él siempre cobra lo justo, pero el de la otra esquina no emboca nunca.

Sandra dijo...

Cuando era jóven y bonita fui a comprar flores y no quisieron cobrármelas ¡eso a ud le parece justo! Pasados los años, nunca más me animé a comprar flores.

Canducha dijo...

Prefiero que determine el Estado centralmente. Ya lo ve, en ese caso las flores serían más baratas.

Filisbino dijo...

Si vamos un poco más al fondo de la casa, podríamos ver que el señor de la bicicleta tiene piscina climatizada.

Sarita dijo...

Ya lo sospechaba! Ese florista rubiecito es Jesús que vino otra vez a la Tierra en nombre de Dios para exigirnos a todos el mismo esfuerzo laboral.

Lucía dijo...

Ahora me queda claro. La absoluta libertad de acción (que no existe) les permite a los ciudadanos una democracia más perfecta, es decir, una democracia más alejada de la naturaleza cruel y egoísta del ser humano. La democracia más perfecta sería entonces la más artificial y estaría apoyada en un absurdo: la libertad de acción.

Rulo dijo...

No quiero que el Estado intervenga en mi vida, pero por lo menos que se la juegue y nos deje ver los partidos por televisión abierta!

Yessi dijo...

Esto me dio una buena idea. Ya sé qué hacer con el imbécil de mi marido: le destino una hora más de mi trabajo y lo planto!

Augusto Termofón dijo...

A mí me gustaría que el Estado regurlara la temperatura.

Cacho dijo...

¡siempre le digo a mi mujer que no vaya al vivero en la 4x4!