domingo, 25 de abril de 2010

Madonna en seis cuotas mensuales

Cuenta un cuento que, hace muchos años, cuando existían los préstamos pignoraticios (es decir, la entrega de dinero con garantía de objetos personales tales como joyas, prendas de vestir, electrodomésticos), un músico entregaba (empeñaba) su violín cada pocos días y luego lo retiraba devolviendo el dinero que habían recibido en préstamo.

Así sucedió hasta no volvió a cancelar el préstamo.

Como era de práctica en este tipo de negocios, el prestamista decidió vender el violín para recuperar su dinero. Sin embargo, al abrir el estuche, se encontró con un trozo de madera cuyo peso era similar al del instrumento.

Cuentan testigos que el psicoanalista francés Jacques Lacan (1901-1981), llegó a ser tan famoso, que los pacientes esperaban las horas que fueran necesarias con tal de tener una sesión que a veces no duraba más de 3 ó 4 minutos.

Una paciente llegó a decir que estaba hechizada por él, aunque algo le llamó la atención cuando estaba muy angustiada por la muerte de su padre y Lacan la escuchó sin inmutarse.

Efectivamente, su salud estaba provocándole limitaciones (circulatorias, auditivas, de atención) pero los pacientes fascinados, sólo atinaban a pensar que eran manifestaciones de su inteligencia sobrenatural.

A pesar de esta idolatría que inspiraba, era notoria su ambición económica. Sus honorarios eran más exorbitantes a medida que las sesiones eran cada vez más breves.

Alguien llegó a decir que pagaría lo que fuera por ser atendido por Lacan, inclusive en el Polo Norte.

Tanto el caso del prestamista como el de los pacientes de este famoso psicoanalista, muestran ejemplos de sugestión (1).

Algunas empresas invierten en publicidad, porque de esa manera logran sugestionar a sus clientes o admiradores, haciéndolos pagar cifras enormes por sus marcas, productos o servicios.


(1) Apagar el cigarrillo con 2 litros de agua
La sugestión exitosa

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11 comentarios:

Felipe dijo...

Conozco gente que paga cualquier dinero por una marca. Qué horror.

Thais dijo...

El prestamista más que sugestionable era un negligente.

Elbio dijo...

Esas marcas, servicios, cantantes de música pop, pintores, etc, son los dioses de los ateos. Aunque también hay religiosos que no encuentran contradición entre el monoteísmo y el politeísmo de mercado.

Robert dijo...

Lo que es estar familiarizado con el peso de algo! Ayer le di al conductor del ómnibus dos monedas de menos, y el hombre se dio cuenta sin contarlas. Me dijo: "lo supe por el peso".

la gordis dijo...

Mi novio no se va a familiarizar nunca con mi peso. Me quiere, pero mira mi cuerpo como si yo fuese forastera.

Marcia dijo...

Esa mujer hechizada tendría que haber fruncido la nariz y hacerlo llorar hasta el amanecer. Se lo merecía.

M. Eugenia dijo...

Lacan era medio loco, no?

Lorente dijo...

Ya no invierto en publicidad porque desde que bromatología me la clausuró, está en boca de todos.

Filisbino dijo...

Quizás Lacán no era excesivamente ambicioso económicamente. De pronto cobraba ese disparate, para mantenerse en su pedestal.

Alicia dijo...

Quizás Lacan aumentaba los honorarios, cada vez que no trabajaba con la suficiente dedicación. Era una forma de que nadie sospechara acerca de su negligencia. (Pido disculpas si lo que estoy diciendo no tiene nada que ver con aquella realidad, son sólo conjeturas).

Nora dijo...

Así que el tipo no escuchaba nada y hacía pasar como que estaba dándole espacio a las palabras del paciente.