martes, 24 de agosto de 2010

La guerra y la paz

Para los varones, cuando todo anda bien, la vida deja de ser atractiva.

Un prolongado bienestar, la ausencia de preocupaciones, necesidades y deseos acuciantes, nos aburre.

Cuando estamos de vacaciones, disfrutando del paisaje, la atención del hotelero, mucamas, chefs, reposteros, servicio de playa, la ausencia de relojes, sin llamadas telefónicas, con música, baile, brisa tibia, piscina, reposeras al sol o a la sombra, perfumes afrodisiacos, … cuando todo ese bienestar paradisíaco nos rodea, algo ocurre que nos empaña tanta perfección.

Estos breves períodos de vacaciones, están ahí para recuperar energías, pero también para reforzar nuestro amor por las incomodidades, el estrés, las preocupaciones, los desafíos, la competencia, las contrariedades, las frustraciones, y hasta alguna dolencia orgánica por sobre-exigencia (fatiga, afonía, esguinces).

Los integrantes de un matrimonio, suelen tener opiniones distintas sobre estas dos etapas del año (laboral y vacacional).

Nuestra cultura nos obliga a decir que a todos nos gusta descansar, vacacionar, no tener problemas.

La anatomía femenina, capaz de gestar y alimentar, determina preferencias diferentes a las del varón, que sólo puede fecundar esa anatomía y que, a falta de otras posibilidades de desempeño, se espera de él que colabore proveyendo a la hembra lo que ella y los niños necesiten (alimento, abrigo, casa, protección).

Ante estas determinaciones anatómicas ineludibles, la mujer prefiere honestamente el período de vacaciones y desearía que este se prolongara todo el año, mientras que el varón, acepta algo de descanso pero prefiere que todo el año sea laboral.

Por algún motivo (quizá religioso, ya que la biblia cuenta que el trabajo es un castigo y no una bendición divina), el varón no está autorizado para decir que le gusta trabajar, luchar, competir y que disfruta del confort en dosis más pequeñas que la mujer.

Ella, por el contrario, necesita realmente tranquilidad, comodidad y confort.

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10 comentarios:

Sofía dijo...

Es difícil evaluar la verosimilitud de su planteo. Nunca anda todo bien.

Javier dijo...

Hablando siempre en términos generales, es real que la mujer disfruta más el confort. Y es probable que la causa sea la que ud dice; lo necesita más.

Emma dijo...

Ni en vacaciones las mujeres tenemos vacaciones totales... bueno, para ser justa, los hombres tampoco.

Glenda dijo...

Por suerte los tiempos cambiaron. Si el gordo fuera el encargado de traer los alimentos viviríamos a choripán, si nos trajera el abrigo tendríamos que convertir las mantas en ponchos, si él eligiera la casa donde vivir, estaríamos todos viviendo con su madre. Y lo que es por protección, no atinaría otra cosa que vivir a los piñazos.

Celina dijo...

Yo hace rato que gesté y alimenté, pero igual mi anatomía sigue apegada a su identidad y me pide descanso, muuuucho descanso.

Blanca dijo...

Por eso hay tantos hombres que hace años que no se toman vacaciones.

Anónimo dijo...

Los hombres no nos tomamos vacaciones para evitar convivir con una familia a la que no pertenecemos.

Magela dijo...

Estoy de acuerdo con ud en una cosa: los períodos de vacaciones son BREVES.

Graciana dijo...

Por lo general al hombre le gustan las vacaciones activas, que le permitan desenchufarse pero sin dejar a un lado la acción. Por eso son más afines a los campamentos, la caza, la pesca, la práctica de deportes como el canotaje, mountain bike, etc.

Elena dijo...

Vacaciones del tipo de las que ud dice, a mí también me aburrirían, y soy mujer.