El rico sabe que su fortuna es peligrosa. El cerdo sabe que su carne es peligrosa.
Ambos desearían pasar desapercibidos.
Sin embargo, al rico le cuesta ser anónimo y el cerdo suele fracasar cuando huye del matadero.
Los ciudadanos nos organizamos para poder vivir juntos, sin molestarnos sino más bien ayudarnos, protegernos de la naturaleza y también de otros humanos (porque algunos humanos forman parte de la naturaleza peligrosa).
En aras de obtener esos beneficios de la vida comunitaria organizada, toleramos muchos inconvenientes (respetar el derecho ajeno, pagar impuestos, prohibición del incesto).
Uno de los inconvenientes —aparentemente menos importantes—, es que el Estado nos asigna un número (identificatorio de identidad), como si estuviéramos en una fila.
Al ser identificados por un número correlativo (1, 2, 3, ...), prácticamente nos convertimos en cosas, en objetos inanimados, en no-personas.
Quitar los rasgos identificatorios (aquellos que marcan nítidamente quién es cada uno), es una forma de castigo.
Es una pena que se le impone a los presidiarios o a las víctimas de un campo de concentración.
Para algunos, esta sanción equivale a una «muerte en vida», o a una «muerte civil».
En suma: los humanos necesitamos algo más que la vida biológica para poder vivir. Necesitamos el reconocimiento social de nuestra existencia.
Por eso, cuando disfrutamos de nuestros derechos, tenemos un nombre, un apellido, un alias (apodo o sobre-nombre), la sociedad nos reconoce como propietarios de ciertos bienes, pertenecemos a familias, clubes, gremios.
Sin embargo, como digo en el primer párrafo, no queremos ser identificados por rasgos que podrían perjudicarnos, como es la riqueza.
El sistema financiero está obligado a guardar el «secreto bancario», precisamente para conceder ese anonimato que necesitan las personas poseedoras de mucho dinero.
Sin embargo, nada aporta más tranquilidad que tener fama de pobre, insolvente, menesteroso.
Artículo vinculado:
Los banqueros superdotados
●●●
11 comentarios:
Me resulta difícil imaginarme una situación que percibo tan lejana, como la riqueza. No sé hasta qué punto podría sentirme amenazada.
Ud ha dicho que la riqueza compra casi todo. Pienso que una de las cosas que se podría comprar, en caso de ser rica, sería la seguridad, al menos en parte.
Seres anónimos debe haber muy pocos, todos tenemos algún grupo de pertenencia, por pequeño que sea, y eso alcanza
Si está comparando al cerdo con el pobre... en fin.
El pobre es hábil para sobrevivir fuera del matadero. Y mire que el matadero capitalista es cruel.
Iba a decir que es más fácil que se unan los pobres a que se unan los ricos, pero en realidad, pensándolo bien, creo que es al revés.
En las cárceles la enorme mayoría de la naturaleza humana peligrosa en cautiverio, es pobre. Pero los delincuentes que tienen el poder de hacer más daño, vienen del grupo rico.
A mí si se aplica o no el secreto bancario, ni me va ni me viene.
Ahora sí, en casa, nadie sabe cuánto cobro ni dónde guardo la plata.
Tanto trabajo organizativo para vivir juntos! y al final vivimos separados.
EL DERECHO AJENO ES AJENO
La Chechu ya no sabe qué hacer para llamar la atención. Qué tipa jodida.
Al parecer, conocer siempre ha sido un drama. Dios castigó a los hombres por comer del árbol de la sabiduría. En la Edad Media, el conocimiento estaba reservado al clero. Hoy dicen que el poder está en el conocimiento y hasta las apacibles abuelitas compran la revista Caras para saber de la vida de los famosos,aún lamentándose la escasa confiabilidad de sus fuentes.
Abarcar el conocimiento humano es cada vez más difícil, porque como especie, sabemos más. El individuo flota en un mar de conocimientos y de información, al que tiene acceso pero no puede dominar. Es el conocimiento de una minoría de terceros, el que nos domina a la mayoría. El tema del conocimiento sigue siendo un drama.
Publicar un comentario