Los neuróticos —según les comentaba en otro artículo (1)— somos personas que lamentamos haber perdido nuestro primer objeto de amor, y por eso somos temerosos, nos imaginamos culpables de haber cometido el gran error que nos privó de ese vínculo tan preciado, y ahora agrego: nos paralizan las dudas.
Es muy probable que esta forma de encarar el corte del cordón umbilical (separarnos física y afectivamente de la dependencia de nuestros mayores), nos deje una secuela traumática tan profunda que, sin darnos cuenta, inconscientemente, continuamos pensando que otra gran pérdida podría volver a ocurrirnos.
Cualquier toma de decisión, consiste en elegir una opción entre varias.
Cada una de la opciones (dos, como mínimos para que ocurra el fenómeno de la duda), tiene puntos a favor y puntos en contra.
Un ejemplo exagerado (sólo para ser breve y claro), es el aceptar el compromiso de unirnos a una persona que nos exige exclusividad matrimonial (monogamia).
Si aceptáramos este compromiso —y en el entendido de que estamos dispuesto a cumplirlo fielmente—, estaríamos renunciando a vincularnos íntimamente con todas las demás personas que pudieran aparecer en nuestra vida de casados.
Los neuróticos que dudamos de tomar esta decisión —al punto que podemos pasarnos varios años madurando la idea—, sentimos el temor de cometer el mismo error que nos llevó a perder a nuestro primer objeto de amor (nuestra madre, por ejemplo).
En otras palabras, como al casarnos con alguien renunciamos a todos los demás, tememos que dentro de esas personas que abandonaremos, esté justamente quien mejor suplante al primer objeto de amor que tanto añoramos.
Estamos convencidos de que las dificultades realmente inhibitorias son las que nos impiden ver (ceguera), oír (sordera), andar (parálisis), pero no, la dificultad que realmente nos inhibe y nos empobrece, es la duda neurótica.
(1) La boda Perverso-Neurótica
Artículos vinculados:
El neurótico «sano», sabe ganar y perder
Los descansos de la represión neurótica
La generación acorralada por el miedo
P.A. (perverso anónimos)
●●●
10 comentarios:
Elegir una pareja en forma exclusiva, con el propósito de que sea para toda la vida, es una decisión que puede y debe madurarse. Nadie nos apresura (al menos, en general, no nos apresura nadie en concreto) pero igual podemos llegar a sentirnos apurados, presionados. A veces la necesidad de afecto es tan grande, o la necesidad de dejar la casa de los padres, que tomamos la decisión autoengañándonos, suponiendo que el otro es una persona que en realidad no es, o creyendo que satisface nuestras necesidades más imperiosas de afecto y ternura, cuando en realidad no lo hace.
Pero quien se toma su tiempo encuentra a la persona adecuada, siempre que sea capaz de entablar un vínculo profundo y sincero. Lo importante no es que esa persona sea la que mejor suplante el amor de mamá; lo importante es que no tenga deseos, ni necesidad de buscar otra persona que cumpla ese rol de suplantar a mamá, porque siento que al fin la he encontrado.
NO ME PARALIZA NADA
El momento de mi vida en el que más dudé, fue en la adolescencia. Sentía que debía elegir una identidad propia, a través de las decisiones que tomaba, los grupos de pertenencia que elegía, mi postura política, mi forma de vestir, etc. Estaba desbordado por las dudas y la pasé muy mal.
A mí me da miedo de que elija mujer sin dudar nada. Cualquiera va a suplantar mejor a mi madre.
El temor a ser abandonados nos impulsa a tomar un montón de decisiones: formar parte de grupos, soportar agresiones, mentirnos a nosotros mismos, trabajar, ser buenos padres, respetar las normas sociales; en fin, tiene su parte buena temerle al abandono.
Soy hijo de madre soltera. Mi madre nunca se casó. Vive encima mío. Yo tendría que irme a vivir solo pero siempre algo me lo impide. Estoy harto, pero sigo encerrado en esta situación.
Algunos no quieren cortar el cordón umbilical porque creen que se irán en sangre.
Me gustan los puntos del metraje de OCA porque siempre son a favor. Eso sí, para no amargarme, nunca averiguo cuanto sale el producto.
Una vez que te decidís por un oficio o una carrera, y empezás a prepararte y te gusta, vas creando lazos con esa tarea, que te hacen sentir bien; entonces se acaban las dudas, te identificas con tu gremio y ta, es parecido a lo que sucede cuando estás bien en pareja.
A mí la duda que me paraliza es darme cuenta cuando tendré que decir basta, para poder atenderlas a todas.
Publicar un comentario