En el artículo de ayer titulado Cambiar para seguir igual, comentaba que el instinto de conservación nos obliga por un lado a tener una actitud «conservadora» (de nuestra existencia) y que por otro lado, las circunstancias normales de la vida nos obligan a cambiar.
Socialmente suelen criticarse algunos cambios que tenemos que hacer. Esta idea me la inspiró un comentarista radial que criticaba despiadadamente a alguien diciendo que esa persona «se va con el sol que más calienta» (en algunos países también le dicen «cambiar de chaqueta»).
El caso concreto se refería a un conocido personaje que ahora adhería a la causa de otro político distinto al que apoyaba antes.
Confieso que a mi también me gusta que los demás estén siempre en el mismo lugar, que no cambien de ideas, de posición, de discurso. Me dan tranquilidad cuando tienen una trayectoria inmutable y me irritan los que hoy están a favor de uno y mañana está a favor de otro diferente.
Sin embargo, debo reconocer que mi aspiración de que nada ni nadie cambien no es razonable. Todos tenemos que aceptar los cambios para poder seguir viviendo. Lo que probablemente esté mal es arriesgar la vida por una idea o una causa que quizá esté equivocada, sea mejorable o inoportuna.
En suma: Parece conveniente cambiar la resistencia a los cambios.
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25 comentarios:
Me parece difícil aceptar los cambios cuando se esta cómodo, en cambio cuando hay crisis existe la ilusión de que es para mejorar.
No se si no cambio porque no me animo o porque no me dejan.
Si me dejo llevar por lo primero que me viene a la cabeza, diría que es porque no me dejan, pero estoy acostumbrado a echarle la culpa a los demás y esto tampoco puedo cambiarlo.
Una locura: Si se nos permitiera cambiar de nombre, sería más fácil el cambio de actitud o de personalidad.
Yo me llamo Mariana y me gustaría mucho llamarme Tormenta y otras veces Reina. Pero no se puede, por lo tanto sigo siendo la misma Mariana que no quiero ser.
En una sociedad muy organizada, los micros tienen que pasar a cierta hora, las máquinas tienen que hacer ciertas cosas y las personas somos un poco engranajes de esa gran máquina. Como Carlitos Chaplin en Tiempos Modernos.
Su artículo es una especie de concejo del tipo autoayuda y también un estímulo para que los que estamos necesitando un empujoncito al final tomemos esa decisión. Estoy casi pronto para aceptar que mi novia viva conmigo, puede que hoy se lo proponga.
Mi madre conoció a un hombre y ahora le dio por teñirse el pelo y hace dos noches que no pego un ojo. Estoy como loca.
Eso de irse con el sol que más calienta está bien para pensarlo por reducción al absurdo como hacemos en matemática. En este caso sería: ¿Qué pensaríamos de alguien que se fuera con el sol que más enfría?
Suena extraño, entre otras cosas porque irse con el sol que más calienta es lógico y razonable.
Algunos roles me parece que están más comprometidos que otros a no cambiar. Un sacerdote x ej depende más de la imagen constante y cuando se producen hechos que la desdibujan, se crea todo un escándalo.
El cambio de chaqueta mucho depende tb de cuántos sean los seguidores (adherentes), porque un líder provoca más problemas que un militante desconocido.
En la mayoría de los casos uno hace lo que la niña de la foto: Cambia de apariencia pero no la esencia.
Mi esposa no quiere cambiar a su nueva edad de 54 años y sigue aplicándose más a vivir con su hija y amigas 30 años menores. Es bastante ridícula pero igual la quiero.
Por experiencia personal, los dos cambios más difíciles de afrontar son el irse de la casa de los padres y el cambiar de pareja.Tendríamos que apoyarnos mutuamente en esto porque es una dificultad que todos tenemos en mayor o en menor grado.
Tengo la misma duda que Magnani: no sé de quien es la culpa de mi actitud vegetativa. Pero claro, "ellos" no tienen tanto interés como yo en que me vaya bien. Por ahí la decisión tendría que ser sólo mía.
Arriesgar la vida por una causa puede ser lo más digno que haga un ser humano.
Otra cosa diferente,triste y trágica, es arriesgar la vida para ser instrumento de poderes desconocidos, de intereses agenos, carne de cañón.
Los cambios, si son para bien, bienvenidos sean. "Los que se van con el sol que más calienta" no cambian, son oportunistas. El cambio es sólo aparente pero la búsqueda es siempre la misma: intereses pequeños y mezquinos.
A veces me la paso de prudente y en realidad lo que soy es un cagón.
Lo ideal sería que lo malo cambiara para bien y lo bien cambiara para mejor. El problema que nunca sabemos el resultado final de un cambio, entonces tomar decisiones con los años cada vez es más difícil porque tenemos más experiencia acumulada de los golpes.
A veces tenemos que hacer un montón de cambios para seguir igual y lo deseable sería mejorar, aunque a veces hay que conformarse con no empeorar.
Si lo único permanente es el cambio ¿por qué a una le parece que todo sigue igual?
Algunos cambios no hay por que aceptarlos. Me tildan de viejo amargado porque no saben de lo que hablo. Cuando el pasado fue mejor hay que reconocerlo. Los jóvenes piensan que inventaron el mundo y desprecian todo lo que no saben.
Desde mi punto de vista los cambios más difíciles son los de etapa en la vida, pasar de niño a jóven, de jóven a viejo y de viejo a viejo de verdad.
El cambio mayor de mi vida se produjo cuando crecieron los chicos. Tengo al más chico en España y los otros dos viven cerca pero tienen su familia y cada vez nos vemos menos. Desde que se fueron tuve que reinventarme, volver a llenar mi vida, porque de golpe sentí que me había quedado vacía.
Lo que más le hacía cambiar a mi padre eran las vacaciones. Cuando estaba de vacaciones era otro hombre, jóven y alegre. Desde que descubrí eso en mi viejo, me juré no trabajar en nada que no me gustara. No quería repetir la experiencia de vivir más de once meses al año a la espera de 20 días de vacaciones. Hoy puedo decir que lo he logrado y ese es mi mayor orgullo.
Los políticos cambian de ideas, claro, como todo el mundo, pero esos cambios de fracción en general se deben a intereses muy concretos.
Decidir separarme de mi marido fue un cambio del que nunca me arrepentiré. En su momento tuve mucho miedo pero ahora me doy cuenta que sin él soy otra persona.
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