Varias personas me han comentado que rechazan dinero impulsadas por un sentimiento difícil de describir.
Por ejemplo, alguien tiene que cumplir una tarea encargada por otra, ésta le ofrece el pago de un viático que cubra los gastos inherentes al encargo, entonces aparece ese extraño deseo de no recibir el viático.
Podría parecerse al orgullo, en cuyo caso el diálogo interior diría: «No necesito que usted me ayude con su dinero. Puedo arreglármelas solo/a».
Podría parecerse a un acto de fe, en cuyo caso el diálogo interior diría: «Yo pagaré con el dinero que tengo lo que necesite y después vemos si le pido que me lo reintegre o no».
Podría parecerse a un delirio de grandeza, en cuyo caso el diálogo interior diría: «Yo pertenezco a un nivel muy superior al suyo y por eso lo que usted pueda ofrecerme siempre me parecerá una insignificancia en comparación con lo que otros me dan desinteresadamente».
El título reclama una explicación: A todos nos halaga ser solicitados por otra persona. Muchas veces no importa mucho cuán importante sea quien nos demuestra su interés por intimar con nosotros sino que sólo nos interesa haber despertado ese tipo de actitud.
Para muchas personas la felicidad es completa cuando pueden «despreciar» —con la mayor delicadeza posible— ese interés, alegando que ya están dando satisfacción a una oferta muy superior.
●●●
19 comentarios:
Es probable que a mi me pase algo de esto. Hay veces que me quieren dar una propina no sé por qué motivo (porque les gustó mi trabajo supongo) y me molestan aunque la acepto porque en mi familia hay muchas necesidades pendientes.
Necesito una hora sólo para maquillarme, elegir la vestimenta que combine con el calzado y peinarme. Sé que soy una de las que menos demora en todo esto, pero ni loca saldría a la calle tal como me levanto de dormir.
Entró un cadete que ni es mayor de edad pero me tiene fascinada como me mira y podría ser su madre. Estoy gaga, loca o no sé qué. Paso horas pensando en esa mirada.
Desde que uso anillo de casada me siento una reina, me imagino cómo se sentirán las afortunadas que lo reciben como ofrenda de un hombre que las ama. Yo lo estoy pagando mes tras mes.
Ser mujer es difícil con lo de los hijos y otras cargas pero si yo fuera varón y una desgraciada como yo lo hiciera sufrir como yo hago con ellos sin poder evitarlo, me sentiría mucho más desgraciada de lo que soy ahora.
Desde que no quedo destrozado por las negativas que recibo, he aumentado mi éxito con las mujeres a niveles insospechados. Creo que son bastante sádicas: si ven que uno quedará destrozado con un no, entonces te dicen NO, si ven que no te hace ni mella, entonces te dicen que SI.
Me hace muy feliz que mi marido me lleve hasta el trabajo en el auto que nos compramos.
Envidio a una pendeja que se casó con un veterano podrido en plata y que la mantiene como a una reina. Lo único que hace es tener todas su carne en el lugar. Qué desgraciada!
En Eyes wide shut (Ojos bien cerrados) Nicole Kidman borracha igual tiene el tino de rechazar a un bombonazo que se la está cargando pero ella le muestra el dedo con la alianza para detenerlo a él casi mágicamente. Claro que en la película y en la vida real estaba casada nada menos con con Tom Cruise. Se le estaban dando todas a su favor.
Llendo al ejemplo que ud propone, creo que la enorme mayoría de las veces somos más que fallutos al rechazar un viático. Lo hacemos pensando que así quedamos bien, que nos mostramos generosos y con valores más importantes que el dinero.
Ante dos ofertas incompatibles, necesariamente deberá elegirse una, que será la más conveniente a nuestro juicio. Ahora que de satisfacción despreciar, no me parece que sea lo más común. Que a cualquiera le gusta sentirse solicitado, sí, por supuesto.
Cuando de niño le hacía los mandados a mi vieja, le aseguro que me cobraba todos los viáticos.
Hay algunos despreciables que no cobran viático y después le afanan al que no querían cobrarle.
¿Ese hombre llora o transpira? Tiene cara de jugador de tenis.
Ese sentimiento difícil de describir, por el cual algunas personas rechazan el dinero, es más que un sentimiento, es un estado, se llama locura.
A veces se dan cosas no del todo lógicas. Muchas personas se sienten miserables si tienen que concurrir a los comedores estatales pero consideran un derecho inalienable la salud y la educación pública.
Sería un sentimiento difícil de describir el rechazar dinero porque ya no tienes lugar donde guardarlo.
Sí, nos gusta ser solicitados siempre y cuando la otra persona no se vuelva insoportablemente demandante.
Los políticos cuando viajan, nunca tienen esos extraños deseos caballerescos. Es más, muchos viajan sólo para cobrar el viático.
Publicar un comentario