La responsabilidad como padres se nos presenta en algún momento de nuestras vidas y no siempre nos sentimos bien preparados para afrontar tantas tareas con tantas dudas.
La evolución de los niños es tan rápida que suele ir dos pasos adelante de nuestra capacidad de adaptación.
Ellos observan, cuestionan, discuten, negocian, transgreden, lloran, pelean. En todos los casos tratan de satisfacer sus deseos (sentirse amados, jugar, estar en el centro de la atención).
Resumiendo, la lucha es de los adultos contra el apasionamiento de los niños. Es en esta confrontación donde no sabemos cómo actuar.
Una de las soluciones clásicas consiste en presentarse ante ellos como ejemplo de lo que los chicos deberían lograr: ser obedientes y disciplinados.
Y acá surge el problema: Cuando los adultos queremos mostrarnos como obedientes y disciplinados, también nos mostraremos como desapasionados.
Por lo tanto: la necesidad de controlar los desbordes energéticos de los niños, pueden inducirnos la reacción contraria para procurar un equilibrio en el grupo familiar y eso hace que los que están encargados de generar los recursos materiales pierdan creatividad, energía, PASIÓN.
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26 comentarios:
Resumo: Los propios niños nos vigilan para que no seamos creativos.
Ya sabía yo que este desgraciado vino para joderme!
El "doble discurso" es el que viene a salvar la situación. Tenemos que ser "personas normales" pero sin que los chicos se enteren.
Lo sano es tener niñera y que se encargue de todo. Ella sí que tiene que obedecer y portarse bien porque si no la despedimos. Por eso los salvajes tienen que estar cuidados por alguien que deba estar sometido a las mismas reglas que ellos. La democracia no sirve para criar bestias peludas.Sé lo que digo. jajaja
Apoyo a bulova y agrego: la niñera debe ser atenta con los padres que llegan cansados y están aburridos de transar con una esposa igualmente cansada y un poco deteriorada por los embarazos y todo eso.
Me gusta la idea de un niñero entrenado en las fuerzas militares. No conozco ningún caso, pero está para meditar sobre esta sutil sugerencia que usted nos está dejando.
La pasión es todo en la vida. Es el motor que nos lleva y nos trae. Lo que se hace con pasión siempre es divertido, productivo. Los niños serían ideales para empresarios si no fueran tan loquitos.
Caramba!!! Los deseos de los niños son solamente sentirse amados, jugar y estar en el centro de la atención? Entonces SOY UN NIÑO!!! O una niña?
Mejor no sigo pensando. jajaja
Parece que usted está indicando que cuando nos vemos enfrentados a una dificultad con el otro, lo que hacemos es disimular algo que ayude a controlar al otro. Agrega que en esta táctica uno sale perdiendo.
Si lo hubiera dicho de esta otra forma más directa, habría estado totalmente de acuerdo con usted. Sin embargo, sólo estoy "un poco de acuerdo" (que en mi caso, es bastante, no vaya a creer!)
Lo más grave de no parecerse a los niños es perder su capacidad de sorprenderse. Quizá el licenciado ya lo pensó y lo incluyó en el concepto PASIÓN (está bien que la ponga toda con mayúscula).
No sé bien qué quiere decir, lo que puedo asegurar desde mi más patética ignorancia es que para ser padres hay que tener un equilibrio emocional que te lo voglio dire!!
A mi se me agotó la imaginación hace rato. Les digo mi último intento: Leí "El arte de la guerra" de Sun Tzu. Lo tengo acá, al lado mío. Agoté todas mis estrategias. Me tienen loco. Debí quedarme soltero. No sé que hago yo acá por propia voluntad.
Estoy de acuerdo con que hay mucha gente que es estéril pero de la mente. No saben concebir. Por ejemplo, no conciben que los niños no son adultos enanos aunque sí es cierto que un adulto puede ser un poco niño.
Es más que fácil llevarse bien con los niños. Claro, tienen un defecto: Son honestos. Quizá eso perturbe a más de una.
Adoro a los niños. Debí ser maestro escolar. Mis padres me lo cortaron porque decían que era demasiado inteligente para estudiar esas tonterías. Conclusión, ahora soy experto en arquitectura y envidio a los maestros por culpa de los adultos (mis padres).
Uy! sí tiene razón. Es muy grave y difícil esconder al niño que predomina en nosotros para criar a otros niños que son parte nuestra y nos critican todo el tiempo. Pero lo terminamos escondiendo y perdemos la capacidad de jugar y crear, entonces nuestros hijos quieren hacer todo distinto de lo que hicimos nosotros porque lo único que tienen claro es que no se nos quieren parecer.
La pasión de los niños es envidiable ¡con qué convicción insisten en lo que quieren...y todo lo quieren con tanta fuerza!
Cuando nació mi primer hijo tenía ideas muy claras acerca de cómo quería educarlo. Después me divorcié y me volví a casar con un hombre muy dominante, que siempre creía tener razón. Ahí me quebré como madre, perdí la confianza en mi capacidad para desempeñar el rol y ya no la volví a recuperar.
Así que en la lucha contra el apasionamiento de los niños terminamos perdiendo el cachito de pasión que nos quedaba, entonces terminamos convirtiéndonos en sobrevivientes grises, disciplinados primero por la sociedad y nuestros padres y luego por nosotros mismos.
Lo que pasa es que hay que lograr obediencia y disciplina para sobrevivir. Es lo de siempre, hay que ser muy flexible para no empobrecerse. Lograr que la disciplina no nos anule la capacidad de reconocer nuestros impulsos y que ser obedientes no nos quite la posibilidad de desobedecer cuando hay que hacerlo.
A veces la responsabilidad como padres no se presenta en ningún momento.
¿Cómo hacen los padres apasionados para luchar contra el apasionamiento de los niños?
No sé si lo de los niños es apasionamiento o terquedad.
A los niños les gusta llevar la contra, así que cuanto más descontrolados sean los padres, más controlados serán ellos.
No nos sentimos preparados para afrontar nuestras taras con tantas dudas.
Mi hijo es muy observador, le gusta jugar solo, es silencioso, no me da ningún trabajo. Debería preocuparme?
Creo que seríamos mejores padres si fuésemos más naturales y sinceros con nuestros hijos. Ellos nos captan mucho más de lo que parece.
Los niños siempre tienen claro cuáles son sus deseos, en cambio los adultos nos perdemos tanto que muchas veces no sabemos ni lo que queremos.
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