martes, 2 de febrero de 2010

El amor propio y la caca ajena

Si la sociedad hablara, nos diría: «No me importan tus sentimientos hacia mí, sólo me importa lo que yo creo que tú sientes hacia mí».

La sociedad también podría decirnos: «No me importa lo que eres sino lo que pareces ser».

Las cárceles y los hospitales psiquiátricos son empresas —generalmente estatales— cuyo único cliente es la sociedad.

Esta sociedad observa lo que hace un cierto ciudadano, piensa para sí misma: «Creo (me parece) que esta persona es peligrosa. Lo enviaré a una empresa de reclusión (cárcel u hospital psiquiátrico)».

Una de las características que la sociedad observa en los ciudadanos es su obediencia a las leyes y normas de convivencia.

En esas empresas (instituciones) de reclusión, se aplican algunos criterios que deberían ser terapéuticos pero que en muchos casos son punitivos (castigos). (1)

Cuando la sociedad observa si la obediencia de los ciudadanos es la adecuada, está determinando si estos tienen la humildad suficiente. Por lo tanto, algunas formas de orgullo (narcisismo, rebeldía, desacato), provocan la orden de reclusión.

El principal criterio («que debería ser terapéutico») sugiere que el internado abandone la mayor cantidad posible de elementos (libertad, documentos, prestigio) que pudieran conservarle ese orgullo que se manifiesta como antisocial.

Como digo en el artículo titulado La humillación terapéutica se combaten el orgullo, el amor propio y la autoestima obligando al internado a que se convierta en humilde, porque la sociedad entiende que «los ciudadanos humildes son buenos».

Las llamadas «laborterapia», «terapia industrial» o «terapia del trabajo» procuran que el internado se convierta en humilde haciendo tareas serviciales (fundamentalmente limpieza de lo que otros ensucian) pensando que así aprenderá a vivir en sociedad.

(1) Tan es así que con total soltura decimos que cuando un presidiario egresa, es porque «ha cumplido su condena» o «ha pagado su deuda con la sociedad».


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12 comentarios:

Amelia dijo...

Ud habla como si el único motivo por el que se interna a las personas en hospitales psiquiátricos fuera el peligro que representan para la sociedad. Las más de las veces no son un peligro ni para la sociedad, ni para sí mismos, pero se internan o se los interna para intentar mitigar su sufrimiento.

Elnestor dijo...

Atento contra la propiedad privada por narcisismo, rebeldía y desacato. Es injusto que me persigan para recluírme.

Maribel dijo...

Las cárceles existen porque aún no sabemos como tratar la psicopatía de una manera efectiva.

Raúl dijo...

Estoy de acuerdo con Maribel y agregaría además que no podemos esperar de todos las personas un comportamiento adecuado, si la sociedad en la que vivimos es tan imperfecta.

Isabel dijo...

Pienso que has interpretado muy bien el lenguaje de la sociedad.

Emiliano dijo...

Hablan de la sociedad como si hubiera una que fuese única y uniforme en el mundo. Ustedes se sienten el centro de todo.

Marcia dijo...

Por qué supone que la obediencia es producto de la humildad? Creo que antes que nada es producto de nuestra conveniencia.

Eusebio dijo...

La laborterapia procura que el paciente y/o el recluso, desarrollen instrumentos para incluírse en la sociedad, ocupen su tiempo de manera positiva, pongan en juego su creatividad y encuentren a través de ella mecanismos de expresión, socialicen de manera adecuada, incorporen límites al encontrar los propios en la tarea propuesta, etc, etc.

Evangelina dijo...

Sólo Dios observa nuestro comportamiento y nos conoce en lo que somos.

Osmio dijo...

Para educar a nuestros hijos también empleamos métodos punitivos. Todavía no sabemos sustituírlos por otros mejores, si es que los hay. No olvidemos que la Naturaleza también nos castiga cuando no respetamos ciertos límites (tenemos el ej del agujero de la capa de oxono) y cuando no hacemos el esfuerzo suficiente como para mantenernos con vida.

Daniel dijo...

Para hacer justicia utilizamos como método la venganza.

Aranjuez dijo...

Entiendo su razonamiento, lo comparto pero lo que yo veo en la sociedad que me rodea (Quito) no es así.