En un artículo titulado La llave de nuestra casa, les comentaba que un buen dominio de nuestro idioma nos permite sentirnos más seguros, más confiados, más locatarios en cada lugar donde estemos.
Las personas que saben expresarse con claridad (y si es con elegancia, mejor aún), tienen mayores posibilidades de ganarse la confianza, el respeto, la consideración y hasta la hospitalidad de los demás.
Hace pocos días, en el artículo titulado ¡Haga de cuenta que está en mi casa! volvía sobre el tema pero encarándolo desde el punto de vista de nuestro instinto territorial.
Ponían el énfasis en la diferencia muy notoria que existe entre ser locatario y visitante, no solamente en las competencias deportivas sino cada vez que alguien incursiona en un lugar que no es su casa.
Ahora resumo ambos conceptos tratando de encontrar una idea de cómo poseer una filosofía de vida que nos facilite las cosas.
1) Una persona puede tener la tendencia a imaginarse que siempre es un pasajero que acostumbra a vivir en hoteles o
2) Puede tener la tendencia a imaginarse que siempre es un paciente que acostumbra estar internado en lugares donde todas las decisiones las toman los locatarios (funcionarios del hospital).
Si podemos usar el idioma con destreza y nos sentimos cómodos en cualquier lugar, inspiramos en los otros un sentimiento de respeto, confiabilidad y agrado.
Si es difícil entender lo que decimos y tenemos miedo de molestar, probablemente pensarán que no sabemos lo que queremos y que si nos consideramos una persona molesta, por algo será.
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10 comentarios:
Hice un curso para eso que ud dice de la elegancia de lengua y los modales. El problema fue que el profesor no quizo darme más clases porque se calentaba por cualquier cosita. Igual yo seguí adelante y me presenté como candidato a la Presidencia con el seudónimo de Pinchinatti y tuve mucho éxito. No pude ganar las elecciones porque vio como es la gente, es mala y envidia, así que me hicieron bajar de la candidatura antes de que terminara la campaña. Igual no me importa, ahora todos me respetan, hable como hable y coma como coma.
La gente de la "cultura"
se siente tan locataria,
que hace cualquier locura
y nos agarran de otarios.
Me acabo de mudar y las llaves de casa están todas llenas de mañas; para que te abran tenés que hacerles probar todas las posiciones. Me tienen agotado, pero sarna con gusto no pica.
Los testigos de Jehová me hablan muy educado pero ni loca (Dios me guarde) los dejo entrar a casa.
Vivo en hoteles, eso no es imaginación mía. Soy un pasajero sin mujer y sin hogar.
Encima se burlan de mi tristeza y me gritan: cocodrilo!
Yo me puedo sentir cómodo en cualquier lado... pero el Platense era demasiado.
Antes era muy común (y quizás aún lo sea) que las mujeres casadas dejaran en manos de sus maridos la mayoría de las decisiones. Tal como tú dices, actuaban como pacientes internadas y de a poco se iban anulando.
Era muy triste, porque después de viejas quedaban viudas y completamente inútiles.
Justamente tengo el problema de que no me hago entender, vio. No sé qué hacer porque para peor siempre me interpretan para mal.
A veces los familiares de personas discapacitadas -con la mejor de las intenciones pero a mi entender de manera equivocada- toman por ellos más decisiones de las que deberían tomar. Esto afecta la independencia de estas personas y su autoestima.
Tenemos la tendencia de sobreproteger a los que creemos débiles y muchas veces nos llevamos la sorpresa de que dicha debilidad era sólo un prejuicio nuestro.
Para usar bien el idioma tengo que aprender a serenarme y hablar lento. Tampoco puedo hablar a los gritos o haciendo gestos intimidantes. Y sería mejor que abandonara algunas palabras gruesas que digo a veces por costumbre nomás.
Mi tío siempre me aconseja que cuando tengo que decir algo serio escupa antes el chicle y que deje de sobarme el pelo (q denso!). Pero bueno capaz que tiene razón, el último exámen de Idioma Español lo di con ropa de vieja y además tiré el chicle antes de entrar y justo tuve tanto culo que lo salvé.
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