Pensemos en la comparación de dos situaciones aparentemente iguales.
Tenemos a una persona que está construyendo una pared, durante una hora, gastando mil calorías, y muy cerca de ahí, otra persona, está construyendo una pared idéntica, durante el mismo tiempo, con el mismo consumo de calorías.
¿Por qué uno está trabajando y el otro está jugando?
Según algunos pensadores, trabajar es realizar cosas por necesidad y jugar es hacer cosas por exceso de energía.
Trabajar requiere estar presionado por la necesidad (hambre, frío, deudas) y jugar es un modo de aliviarse, descargando energías excesivas.
Esta distinción parece interesante y digna de ser compartida contigo.
Si establecemos una relación entre trabajar-jugar-pobreza-riqueza, vemos que estas condiciones están en estado latente antes de que se manifiesten.
Quien produce porque se alivia moviéndose, haciendo ejercicio, pensando, es probable que llegue a generar utilidades mayores que alguien —en similares condiciones de arranque—, que no tiene energía en exceso, pero que está presionado, estimulado, atacado por la angustia que le causan las carencias.
Aquellos que tienen la suerte de tener un cuerpo (me refiero al cuerpo generador de fenómenos visibles y no visibles [pensamiento, creatividad]) lleno de vitalidad, activo, fuerte, resistente a la fatiga, con un alto umbral de tolerancia al dolor, ubicado en una sociedad capitalista, posee las mejores condiciones para enriquecerse ... o al menos, para no padecer carencias indignantes.
Por el contrario, quienes carecen de esa fortuna (fortaleza), están expuestos a sufrir las consecuencias inherentes a realizar movimientos, esfuerzos, tomar decisiones, soportar el estrés, bajo protesta, amenazados, violentados.
Estos puntos de vista coinciden con la definición de trabajo, cuyo origen como vocablo refiere a un instrumento de suplicio (1).
En suma: Quienes tienen energía de más, tienen dinero de más porque producen para aliviar el exceso, compitiendo con actitud deportiva, jugando.
(1) Me gusta más porque no me gusta
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13 comentarios:
Si tener energía demás es una característica estable, entonces tenemos la posibilidad de desarrollar aspectos muy positivos de nuestra personalidad.
Mis rasgos paranoides me dificultan todo en la vida.
Hasta disfrutar una fiesta, que es algo que inventamos para disfrutar, me cuesta trabajo...
En el futuro se podrá elegir un buen genoma para los hijos y un montón de problemas van a quedar solucionados.
Mi mujer produce exceso de energía eléctrica.
Los escultores tienen una energía de la puta madre!
El asunto es invertir bien la energía que te sobra. Para que quede claro: trabajar jugando es una buena manera de invertirla, pelear una mala.
A esta altura, creo que tengo la mala suerte de tener un cuerpo.
Para aliviarse pensando, hay que estar sano verdaderamente!!
Tengo que buscar una manera de invertir mi energía sin joderme la columna. No es fácil.
Mi cuerpo genera un fenómeno invisible fácil de medir con el termómetro.
No es lo mismo el que produce porque se alivia moviéndose, que el que produce porque saliva moviéndose.
Estoy muy de acuerdo con esta nota...tengo el fiel ejemplo de mi padre*. Nunca pude poner las palabras justas para expresar que veía o admiraba en él, y leyendo esto me doy cuenta que es exactamente así.
*Obvio mirándolo sin involucrar todo el tema del vínculo que implica el de con un padre, ese es otro tema)
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