Cuando mi padre me autorizó a participar en su empresa, lo que más me costó entender fue que mis conocimientos eras pobrísimos.
Nunca fui un buen estudiante, pero con veintinueve años, una novia muy emprendedora (en el sexo y en su deseo de fundar una familia) y un padre que me tenía prohibido entrar a su fábrica hasta que no terminara mis estudios como administrador, no tuve más remedio que acelerar mi marcha.
Les cuento una pequeña anécdota que me dejó una enseñanza que no puedo ni acepto creer.
Mi padre me permitió gestionar la asistencia financiera de un banco.
Gracias a la prolijidad de su actuación y a las buenas referencias, el trámite fue relativamente sencillo, aunque estuve un buen tiempo pensando que esta facilidad obedecía a mi habilidad para hablar con los banqueros.
Cuando estuvo todo pronto para empezar a recibir dinero, me asignaron un ejecutivo de cuenta.
Para retirar una primera cantidad de dinero, me alcanzó un block de vales para que los firmara.
¡No podía creer lo que estaba viendo!
¿Un banco tan prestigioso me pedía que firmara un vale en blanco? ¿Y si lo completaban con una cantidad mayor a la que me entregaban?
Pero no paró ahí. Cuando me sobrepuse a la primera impresión y le entregué un formulario firmado, me preguntó ¿no desea firmar algunos más así no tiene que venir cada vez que necesite un nuevo préstamo?
Sentí tanto miedo que sólo atiné a decirle: «No hay problema. Vendré las veces que haga falta. ¡Muchas gracias!»
Salí del Banco y desde el auto llamé al director del instituto de enseñanza para contarle horrorizado lo que me había pasado, y este me respondió risueño: «Es lo normal. La vida real es más emocionante que la estudiantil. Por eso te costó abandonarnos».
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10 comentarios:
Lo más interesante es estimular, como ud dice, nuestra propia búsqueda de saberes. Un conocimiento lleva a otro y así vamos construyendo un recorrido singular. En este procedimiento no hay contradicción entre lo individual y lo colectivo, porque el saber del que nos apropiamos siempre es construído colectivamente en el transcurso del tiempo.
Partiendo de un conjunto de informaciones falsas, desarrollé una teoría muy estimulante de la crítica menos versada.
También está la posibilidad de unir y/o interpretar informaciones verdaderas de manera equivocada.
Estoy convencida de que quienes hablan de la mala calidad de la información contenida en la web, conocen muy poco del asunto.
Decimos conocer la identidad de un autor porque lo hemos escuchado nombrar unas cuantas veces, o nos lo han recomendado, o lo vimos y nos cayó bien, o porque hablaba bonito, o en el mejor de los casos porque es nuestro amigo.
No sirve de mucho "conocer la identidad del autor".
Quienes hacen valer su verdad son los que toman la decisiones.
Creo realmente que cuando buscamos datos importantes para nosotros mismos, siempre que esté a nuestro alcance, lo más seguro es no quedarse con una o dos opiniones ajenas. Es mejor adoptar una postura activa en la búsqueda.
Nunca supe por qué (supuestamente) usamos una pequeña parte de nuestra capacidad mental. Si nuestro cerebro se ha ido desarrollando de acuerdo a los requerimientos del ambiente, no tiene lógica que tengamos capacidades sin usar.
Estar actualizada es todo un reto.
Me gustaría conocer la combinación de esa candada.
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