miércoles, 11 de agosto de 2010

Yo deseo, tú deseas, ... todos deseamos

En un artículo publicado recientemente (1), les comentaba el primero de los Doce pasos y doce tradiciones de Alcohólicos anónimos: asumir que el alcohol es más fuerte que ellos.

Esta declaratoria explícita de humildad ante una evidencia, parece innecesaria, superflua, no muy difícil de cumplir, sin embargo es en este primer paso donde naufragan muchos tratamientos.

Es posible decir que algunas personas son tan débiles que no tienen fuerza para asumir su debilidad.

Como tantas otras vulnerabilidades humanas, la debilidad suele funcionar en círculo vicioso.

El dualismo cartesiano (según René Descartes, estamos constituidos por un cuerpo tangible y por un espíritu intangible), es un obstáculo intelectual para poder pensar al ser humano como un todo.

La mayoría de los pobladores de occidente, cree que estamos formados por esas dos piezas (cuerpo y alma), por lo cual, no es posible pensar, estudiar y atender al ser humano como un todo indivisible.

Con la filosofía cartesiana, si alguien tiene problemas estomacales, es preciso reparar el estómago mientras que el resto del cuerpo y de la psiquis, quedan ignorados.

Pensando al ser humano como un todo indivisible, podemos proponer que la debilidad que padece quien no tiene fuerza para reconocer su debilidad ante el alcohol, es de todo su ser.

El deseo es un impulso que nos mueve, del cual sabemos muy poco y sobre el que hemos escrito millones de libros, aumentando aún más la confusión.

Nuestra relación con el deseo es determinante de nuestra fortaleza.

La actitud omnipotente, arrogante y que pretende subestimar su influencia, nos conduce directamente al fracaso.

El primer paso de Alcohólicos Anónimos es de humildad y podemos imitarlo para decir que evitaremos la pobreza si reconocemos humildemente la importancia (predominio) del deseo en nosotros y en nuestros empleadores, clientes, proveedores, conciudadanos, vecinos, familiares y amigos.

(1) Los dos significados de «humildad»

●●●

10 comentarios:

Irene dijo...

El problema se nos arma cuando al saciar un deseo imposibilitamos la realización de otro deseo. En esos casos pienso que lo más aconsejable sería obedecer al deseo que percibimos como predominante.

Sandra39 dijo...

Una vez que logramos reconocer que el deseo "nos puede", es que podemos inventar estrategias para que podamos señoriar sobre nuestro deseo (cuando este nos perjudica, claro).

M. Eugenia dijo...

Los deseos verdaderos, son siempre inconscientes?

Elena dijo...

Desde que entendí la importancia de disfrutar pequeñas cosas (me refiero a darse pequeños gustos, frívolos, si se quiere)llevo una vida menos frugal, sin sentir culpa. LLegar a eso me llevo años.

Rodolfo dijo...

Asumir enfermedades que tienen una clara expresión en el cuerpo, como una gripe, una diabetes, artrosis, etc, es más fácil que admitir la evidencia de las enfermedades llamadas mentales, que además son estigmatizantes.

Oriente dijo...

Hay que tener cuidado con la falsa humildad. Eso de hacerse el humilde para seducir, resulta bastante desagradable.

Marta dijo...

Puede suceder que mientras te reparan el estómago, distraigas tu atención de problemas más importantes.

Lucas dijo...

Capaz que los curas sienten que el sexo es más fuerte que ellos y por eso se abstienen.

Augusto dijo...

El deseo de los dueños de una empresa privada es lucrar con la fuerza de trabajo de cada hombre. En otras palabras explotarlo - no porque ese sea su deseo; su deseo es enriquecerse cada vez más -. Una vez que el o los empresarios terminaron de recuperar el dinero invertido en su emprendimiento, comienza la explotación, dado que la diferencia entre lo que gana el obrero y el dueño de la empresa, es abismal.

Sarita dijo...

El deseo es como un resorte que nos impulsa. Más resortes comprimidos equivalen a mayor fuerza de propulsión. Por lo tanto, en esos casos, la chancleta vuela más alto.