martes, 5 de abril de 2011

El patriarcado y la pobreza

Las mujeres tienden a ser más igualitarias que los varones. Con un régimen matriarcal habría mejor distribución de la riqueza.

Como lo he comentado en otros artículos, los varones y las mujeres somos tan diferentes, que podríamos pertenecer a especies distintas (como también son diferentes la cebra y la jirafa o el perro y el león) (1).

Uno y otro sexo somos muy distintos si dejamos de lado los imperativos moralizantes que nos obligan a engañar y a engañarnos presentándonos como personas que sienten lo que está bien sentir.

Parece obligatorio decir que tenemos bondad, tolerancia, solidaridad y esto es falso la mayoría de las veces.

En algo tan esencial como es el trato que nos damos entre los mismos seres humanos, ahí tenemos diferencias abismales en lo más profundo de nuestra esencia.

Si bien es cierto que en las conductas conscientes, hombres y mujeres podemos ser igualmente amorosos o despiadados, el hecho de poseer un útero y dos glándulas mamarias, hace que las mujeres tengan sentimientos esencialmente distintos a quienes sólo gozamos fornicando.

Aunque en el fondo ellas saben que ninguno de sus hijos es igual al otro y aunque en el fondo también saben que ellas no los aman de forma idéntica (aunque juren lo contrario), el desapego natural que sentimos los varones por «eso» que ellas nos dicen que fecundamos, nos comienza a interesar realmente cuando se inscriben en nuestros proyectos de poder.

Nos interesa el hijo varón portador del apellido o el más hábil como socio confiable o la hija muy bella o la hija estudiosa, la que nos dé más nietos.

Los varones somos fríos y violentos defensores del poder, las jerarquías, el mando, el patrimonio y podemos utilizar al más débil para explotarlo.

En suma: la pobreza es una consecuencia natural del patriarcado.

(1) Los monos degenerados

Una hipótesis de lo peor

Nadie es mejor que mi perro

Ya sé por qué no me entiendes

Ser varón es más barato

Los orgasmos inútiles

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12 comentarios:

ana dijo...

Y si la pobreza fuera solo una sensación?
Pensemos que el dinero solo compra cosas muy baratas.
Lo que tiene entidad como para ser un valor, no se compra ni se vende.
Los buscadores de poder no pueden comprar su no-muerte, por ejemplo.

Sandra39 dijo...

No coincido en nada de lo que ud dice. Los hombres que he conocido no se parecen a los de su descripción.

Celina dijo...

Lamento intuir que las mujeres no gobernaríamos mejor. Y pruebas en la Historia, las hay.

Lidia dijo...

Tiene razón que engendrar y alimentar con el cuerpo, deben ser situaciones que tengan un fuerte correlato psicológico.

Melba dijo...

Cada vez que ud dice que una madre no quiere a sus hijos de forma idéntica, más segura me siento de que no soportaría compartir a mi hombre con otra.

Oriente dijo...

Todavía no entiendo en qué somos tan diferentes los hombres y las mujeres.

Miranda dijo...

Yo diría que eso del matriarcado, bien que valdría la pena llevarlo a plesbicito.

Lautaro dijo...

Podríamos aducir que la diferencia entre un hombre y una mujer, es similar a la que existe entre un león y un gato montés.

Tiago dijo...

Voto a Lautaro. Ambas especies son SALVAJES.

Elbio dijo...

Antes de que el ser humano desarrollara la agricultura y la cría de animales, llevaba una vida extremadamente peligrosa. En esos tiempos era necesario reaccionar rápidamente ante las señales de peligro. Allí se jugaba la vida o la muerte.
En la medida que aprendimos a guardar alimentos y defendernos con mejores armas, nuestra vida se fue haciendo más segura. Fuimos abandonando la vida nómade y nos establecimos en un lugar, fundando aldeas. A partir de ese momento se hizo más necesaria la organización. Esos cambios en nuestro estilo de vida, modificaron nuestro cerebro. Se desarrolló nuestra capacidad de pensar. Comenzamos a reprimir las respuestas automáticas porque ya no nos eran tan útiles y nos podían meter en grandes problemas. Todo este largo proceso lo vivieron juntos hombres y mujeres. Así como evolucionaron juntos leones y leonas, elefantes y elefantas. Claro que ambos sexos son distintos! Pero decir que nuestras diferencias son tan profundas no me parece correcto.

Alicia dijo...

Ser conscientes de lo que en realidad sentimos, es un paso enorme para nuestra calidad de vida. Confundir lo que somos con lo que querríamos o deberíamos ser, nos lleva a grandes desengaños con nosotros mismos y hace más conflictivas nuestras relaciones interpersonales, porque nos vuelve más inflexibles con los demás.

Enrique dijo...

Cuando se trata de defender el mando y el patrimonio, las mujeres son unas fieras.
(no quiera seducirlas diciéndoles que son mejores; no se lo merecen)