martes, 26 de abril de 2011

La simpatía es más rentable que el profesionalismo

Porque «Más vale caer en gracia que ser gracioso», las razones políticas suelen predominar sobre las razones técnicas.

Según el diccionario, la palabra política significa varias cosas.

Cuando un vocablo significa muchas cosas, lo que en realidad ocurre es que casi no tiene significado porque precisamente, las palabras están para definir asuntos, acciones, cosas.

— ¿Conoces a Juan?
— ¿Cuál de ellos?
— Juan Pérez
— ¿Cuál de ellos?
— ¡Bah! Ya veo que no lo conoces.

Un nombre usado por muchas personas difícilmente identifica a su dueño.

Intentaré acotar la definición de político-ca haciendo hincapié en nuestro interés por encontrar las miles de causas que provocan la pobreza patológica.

El desempeño laboral de una persona puede ser evaluado desde dos puntos de vista: desde el punto de vista técnico y desde el punto de vista político.

Desde el punto de vista técnico podemos ser buenos, regulares o malos profesionales.

En este sentido, sabremos nuestro oficio, tendremos fama de expertos, cumplidores, responsables o de aprendices, inconstantes y descuidados. Alguien que precise nuestros servicios nos evaluará según la información que tenga sobre nuestras competencias.

Desde el punto de vista político podemos ser agradables, intrascendentes o desagradables.

La evaluación desde este punto de vista es más subjetiva que la evaluación desde el punto de vista técnico.

Depende en gran parte del criterio de quienes nos evalúan. La calificación apunta a cuestiones de gustos, de preferencias, de ideología, de creencias, de simpatías.

Un trabajador puede funcionar muy bien técnicamente en un equipo pero contar con el rechazo de sus compañeros y generar una baja en la productividad colectiva que termine con su expulsión.

Por el contrario, alguien ligeramente mediocre pero muy simpático, suele tener más chances que conseguir y conservar una fuente laboral.

En suma: Generalmente, lo político (simpatía) predomina sobre lo técnico (profesionalismo).

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10 comentarios:

Alicia dijo...

No hay recetas para caer simpático. Son tantos los ingredientes a tener en cuenta, que resulta más práctico hablar de intuición. Para ser siempre simpático, hay que ser una persona acomodaticia, es decir, utilizar la intuición para actuar de manera acorde a la información casi imperceptible que se recibe del entorno. Lógicamente, para ser simpático en todas las situaciones, hay que ser mentiroso.

Milred dijo...

Siempre que intento hacer lo políticamente correcto, surge de alguna parte una vocesita rebelde que me incita al revuelo.

Tiago dijo...

Yo generaba bajas en la productividad colectiva porque hablaba mucho de fútbol. Tuve que aprender a callarme.

Lucas dijo...

De mí sabían que había salido primero en todas las competencias y último en todas las celebraciones. Era el candidato perfecto.

Estéban dijo...

Para conservar bien una fuente hay que cuidarla del moho. Si la fuente es laboral, hay que cuidarla de uno mismo.

Adolfo Falcon dijo...

Dejé de llevar la cadenita con la esvástica porque me di cuenta que algunas personas me miraban raro.

Sandra39 dijo...

No me gustan los empates técnicos, pero odio los empates políticos. El ballotaje sólo enturbia las cosas.

Graciana dijo...

Creía que si eras gracioso caías en gracia, pero al parecer es una desgracia contar con la gracia de ser un gracioso.

Juana Pérez Pérez dijo...

Yo conozco a Juan Pérez (el original).

Gerónimo dijo...

Era tan profesional que hacía las tortas fritas con agua de lluvia, pero antes la destilaba.