martes, 19 de abril de 2011

La comunicación es un rompecabeza

Las frases que usamos para comunicarnos se parecen a un rompecabezas porque indirectamente muestran cuál es nuestra edad y madurez mental (de 3 a 5 años, de 5 a 10, etc.).

Llego a reunirme con dos amigos y cuando ingreso a la sala siento que uno le dice a otro «lo más difícil es el cielo».

Por pura curiosidad tuve que preguntar de qué estaban hablando y rápidamente compredí el sentido de una frase tan fácil de comprender pero que suele oírse pocas veces en la vida.

Ambos son fanáticos de los rompecabezas (puzzles) y la frase alude a que la minuciosa construcción de paisajes con piecitas que sólo encajan en un único lugar, se torna más difícil cuando todas tienen el mismo color (azul cielo en este caso).

Asocio esta anécdota mientras recuerdo otro artículo (1) en el que señalaba la llamativa coincidencia que existe entre el nivel económico y el léxico de las personas. Es casi seguro que alguien que sólo cuenta con cien palabras para comunicarse, tenga menos recursos económicos que otra que cuenta con mil.

Claro que el asunto no está en aprenderse de memoria las mil palabras necesarias sino en saber qué significan para el diccionario, cómo se resignifican según de qué palabras estén acompañada, en qué momento sean dichas, con qué entonación (serenidad, enojo, ironía).

La comunicación necesaria para pedir un empleo o para vender un objeto, se parece a resolver un rompecabeza, porque es preciso expresar un pensamiento (dibujo terminado) ubicando en el lugar adecuado las palabras que ya existen (la piecitas que suministra el fabricante del juego).

Cuando le mostramos a nuestro potencial empleador o cliente qué comunicación-rompecabezas hemos armado, le hacemos saber nuestra edad mental (niño de 3 a 5 años, joven de 15 a 20 años, etc.).

(1) La riqueza verbal y la riqueza económica

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8 comentarios:

Georgina dijo...

Lo más difícil es el cielo porque está muy despoblado. Porque una cosa es el cielo y otra el espacio. El cielo se reserva para los aviones y para las aves. O para los globos. Y aunque los niños vengan desde el cielo cargados por una cigüeña, la reproducción en el cielo es una excepción que rompe la regla.
El cielo también es de los rascacielos y de las cúpulas. También es de las puntas afiladas de los pararrayos. Y de las cometas. Las nubes sólo están en el cielo de paso.
En un lugar tan despoblado como el cielo, no se pueden hacer amigos. Porque del cielo se caen las cosas. O se vuelan, como las hojas de los árboles.
El cielo es lo más difícil porque tiene pocos ruidos. El cielo es el reino de lo escaso. En la escasez y la pobreza todo se vuelve difícil.
El cielo no es como el príncipe azul o como una novela rosa. El cielo es de la copa de los árboles, y ya dejamos de ser monos como para llegar tan lejos.
El rompecabezas del cielo, fragmenta nuestra esfera protectora. Recordemos además, que el cielo no es la franja celeste que los niños pintan en la escuela. El cielo parece estar arriba, pero está todo alrededor. Y nos envuelve.
El cielo parece el reino de la libertad, pero en realidad es nuestro encierro.

Estéban dijo...

Por la frase que ud escuchó, podría haberse imaginado que encontraría a un grupo de teólogos, o a unos cuantos niños con crayolas y hojas de garbanzo.

Joaquín dijo...

No es sólo lo que se dice, sino la cantidad de palabras que están encerradas en cada palabra que uno dice.

Aníbal dijo...

Como las piezas de puzzle, casi iguales, las palabras varían sus significados con sutileza. Los sinónimos nunca significan exactamente lo mismo.

Norma dijo...

Puede suceder que una misma palabra varíe radicalmente su significado, según como y cuando este dicha.
Al igual que ud. creo en el determinismo. De todos modos, si me hablan de la Cruzada Libertadora, o de la liberación de las colonias inglesas de norteamérica, entiendo perfectamente el significado de la palabra 'libertad' y justifico su existencia.

Oriente dijo...

Con respecto al trabajo, hay una diferencia radical que parte del lugar en donde nos ubicamos. Un flamante empleado dará dos imágines muy distintas frente a su empleador, si sus palabras lo ubican como un funcionario que desplegará su energía en torno a la tarea, o si a través de su discurso muestra instalarse como alguien que utilizará el trabajo a favor de sí mismo. Dicho más fácil: podemos transmitir la idea de que nos interesa el trabajo o que nos interesa nuestro futuro. En realidad a todos nos interesa antes que nada nuestro futuro, pero transmitir ese mensaje inocentemente, sólo generará rispideces.

Gabriela dijo...

Creo que se puede decir con bastante justicia, que si una persona adulta razona como un niño es estúpida. Eso que los psicólogos llaman edad mental, a mí se me hizo patente por primera vez cuando mi tía dijo "una no puede dejar que la casa se venga abajo, porque en cualquier momento puede que se tenga que llamar a un médico o a un enfermero". La segunda vez (que reforzó la primera) fue cuando mi abuela dijo lo mismo con otras palabras: "la bombacha siempre tiene que estar bien porque podés tener un accidente en la calle". Entonces me imaginé a los paramédicos tratando de acomodarme una fractura expuesta, al tiempo que observaban con detenimiento mi bombacha y sacaban sus propias conclusiones. Desde ese momento me di cuenta que mi tía y mi abuela parecían adultas, pero en realidad eran dos niñas asustadas por padres terribles. Padres tan poco piadosos y malvados, que juzgarían primero su sexualidad impura y más tarde atenderían su vida.

Filisbino dijo...

Me parece muy acertada la comparación que ud hace entre pedir un empleo y ganar en un juego. Para jugar bien hay que respetar las leyes del juego. Si no se está dispuesto a respetar esas leyes, más vale no jugar o inventar otro juego.