domingo, 3 de abril de 2011

Los placeres y costos de odiar

Los humanos hace milenios que somos ineficaces combatiendo la pobreza porque seguimos disfrutando del odio (saqueo, cargas tributarias, acusaciones, desprecio) a los ricos.

Seguramente ya habrás notado que los fanáticos hinchas de un club deportivo que cuenta con un rival clásico (tradicional), en algún momento dejan de interesarse por los éxitos deportivos propios y comienzan a festejar los fracasos del adversario.

Tan fuerte es este sentimiento de antipatía que cuando el equipo enemigo representa al país en una competencia internacional, también desean que pierda.

Las fantasías de muerte, desaparición, ruina total suelen condimentar esta furia contra el otro.

Estos hechos también pueden describirse diciendo que algunas personas odian por algún motivo a un equipo de fútbol y que para poder expresar mejor ese rechazo, adhieren al equipo que tradicionalmente lo enfrenta.

En la literatura (novelas, telenovelas, cine) es habitual que exista un personaje bueno que en circunstancias inventadas por el autor tiene que enfrentarse a un personaje malo.

Estos fenómenos estudiados por la psicología del individuo, también tienen manifestaciones a nivel de psicología social (de masas, colectiva, grupal).

La propaganda es muy utilizada en tiempos de guerra entre países para que el ardor defensivo se vea aún más potenciado por una exacerbación del odio al enemigo.

Aunque el odio parece ser un sentimiento negativo, no siempre es desagradable para quien lo experimenta.

Muchas personas, cuando odian, sienten un intenso placer narcisista imaginando que su imagen es bella, buena y digna de amor en proporción a la fealdad, malignidad y desprecio que le asignan al oponente. (Ver Teoría de la Gestalt [1])

Estas reflexiones que recuerdo contigo son para concluir que si la pobreza sigue como hace siglos, es porque hemos destinado casi toda la energía en odiar a los ricos para imaginarnos (los no ricos) superiores, mejores, maravillosos... ¡Pobres pero felices!

[1] Felizmente existen los feos
Mejor no hablemos de dinero
La indiferencia es mortífera
«Obama y yo somos diferentes»
«Soy fanático de la pobreza»
El diseño de los billetes
Amargo con bastante azúcar
El desprecio por amor

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11 comentarios:

Daniel dijo...

No odio a los ricos, o en todo caso, si los odio, es porque en ellos veo la cara de la opulencia, mientras que en la vereda de enfrente se reproducen las carencias.

Enzo dijo...

Odiar es gratis, pero amar es rentable.

Lucila dijo...

Quizás los ricos tampoco hayan solucionado el problema de la pobreza, porque ven en los pobres la perfidia, la inferioridad, la ignorancia.

Marcia dijo...

Lo que me provoca odio es la estupidez, cuando justo me agarra de mal humor.

Lautaro dijo...

Hoy por hoy, el personaje malo de las novelas es el entorno.

Gastón dijo...

Si asemejamos la riqueza con el poder, podemos advertir que en las parejas que se odian, hay uno que en forma contínua es quien detenta el poder y hace sentir al otro débil e inferiorizado.

Javier dijo...

Ni el saqueo, ni las cargas tributarias... imaginemos un nuevo orden en el que eso no sea necesario. Piense, y luego delegue la tarea a su descendencia.

Facundo Negri dijo...

Las olimpíadas tienen como único motivo expresar el odio de manera civilizada.

René dijo...

Ahora no hay ni buenos, ni malos. Los personajes sólo se enfrentan para que sea más entretenida nuestra lectura.

Estela dijo...

Para experimentar con el odio, siempre traigo a colación a la envidia.

Anónimo dijo...

El odio debe ser la peor enfermedad que invento el hombre