El mismo billete tiene más valor para quien lo defiende. No sólo tenemos que esforzarnos para ganarlo sino también tenemos que esforzarnos para que otros le asignen el mayor valor de pago.
A partir de un determinado día Pablo —un trabajador como cualquiera—, se despertó con una filosofía diferente y empezó a actuar según ese nuevo criterio.
Él comenzó a pensar así:
«Mi dinero tiene un valor fijo y cuando compro algo lo que estoy haciendo es un trueque.
El dinero que tengo en el bolsillo tiene el mismo valor dentro de mi país. Tampoco importa quién tenga ese dinero. Posee un valor oficial, impuesto por la autoridad monetaria, sin importar quién lo tenga.
Sin embargo (sigue pensando Pablo), antes no me preocupaba mucho si la mercadería o los servicios que me entregaban a cambio de mi billete (de valor único y nacional) era buenos, regulares o malos.
En otras palabras, cuando entregaba un billete de 100, algunos me entregaban el mismo valor (100), pero otros me entregaban un poco menos (90) y algunos mucho menos (50).
Por ejemplo: si viajaba en un taxi, no me importaba si el vehículo iba despacio o rápido, si estaba limpio o desaseado, si el chofer llevaba la radio encendida a todo volumen o me preguntaba qué era lo que yo quería escuchar.
Otro ejemplo: nunca se me ocurrió averiguar con mis hijos si el colegio les entrega todos los servicios que me cobran.
Otro ejemplo: Las compras a crédito pueden ocultar cobros abusivos (intereses, comisiones, gastos) a cuyo control, cálculo y reclamo había renunciado por su complejidad».
En suma: El cambio de Pablo consistió en comenzar a defender el valor de su dinero que a la postre es el valor de su salario y de su esfuerzo.
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13 comentarios:
Está bien no dejarse robar y exigir lo que corresponde, siempre y cuando tengamos energía suficiente como para hacerlo.
Un día me desperté con una filosofía neo-nazi y mi familia me hizo dormir a ver si soñaba otros sueños.
Los uruguayos somos muy conformistas y no defendemos lo que es nuestro. Tenemos una actitud pasiva. Es típico, por ej, ver como la gente es capaz de esperar, en los hospitales de salud pública, horas y horas sufriendo, para ser atendido.
Hoy puede que defienda mi billete porque es un día soleado.
Los días grises me dedico a las tortas fritas.
_Mi nombre es Pablo, y cada día me despierto para salir a buscar trabajo.
(todos)_ Hola Pablo.
Es habitual que los ricos paguen más que los que tienen menos dinero, por los mismos servicios.
Allá ellos.
Me pregunto si podemos decir para los sentimientos que damos, lo mismo que para nuestro dinero. Si yo doy 100 en cariño hacia una persona, normalmente espero que me devuelva 100. Pero quizás deberíamos intentar un cambio de cabeza. De pronto habría que dar lo que uno quiera y no esperar recibir más de lo que el otro quiera y pueda. Esto no es nada nuevo, lo han propuesto desde siempre los cristianos, y me parece maduro y sabio.
No es tan fácil, doc. Imaginesé que voy en un taxi y le digo al conductor: que olor a mugre que tiene acá atrás (en los asientos traseros del auto, se comprende)/ sabe que a pesar de la mampara, el humo del cigarro pasa a través de estos agujeritos/ podría sacar eso y poner el sodre, por favor!/ no estoy conforme con el servicio que me brindó así que voy a calculare un 10% de descuento, y agradezca que hoy estoy generoso.
Creo que la próxima frase la diría en el hospital.
Usted me está agregando muchos problemas y yo ya tengo demasiados.
Me parece que Mieres no propone que nos convirtamos todos en feroces querellantes. Se trata de reclamar con educación lo que hemos pago, o al menos dejar constancia de que no estamos conformes con el producto o servicio.
Hace poco avisé al colegio que iría a buscar a mi hijo antes de hora porque tenía que llevarlo al pediatra. Me propusieron que pasara a las 10:20hs, es decir, luego del taller de ajedrez. Llego a la hora indicada y me encuentro a mi hijo jugando al fútbol en el patio, bajo la garúa. Pregunto por qué se les permitía jugar en el patio abierto dada la situación climática adversa y me responden: faltó el profesor de ajedrez y los chicos 'votaron' jugar al fútbol.
Siempre que pido delivery de pizza me la traen fría. Una vez se lo hice saber al pibe y me dijo que si no tenía microhondas. Le dije que era un maleducado y me respondió que él no estaba dispuesto a tener un accidente en la calle para que a mí me llegara la pizza caliente.
Me tapó la boca. Le di propina. Ni siquiera me dieron ganas de calentar la pizza.
Con todo respeto Osvaldo, tendrías que hablar con el dueño de la pizzería y decirle que debería contratar más empleados. Resultó fuera de lugar que le hicieras el reclamo al muchacho.
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