La elevada resistencia al dolor físico suele estar
debilitada por una baja tolerancia a la ansiedad y a la frustración.
Todos hacemos lo mejor que
podemos con los recursos que están a nuestro alcance.
Por ejemplo: si un grupo de
personas tiene más resistencia al dolor físico que paciencia para convencer a
los votantes de que son la mejor opción, se dedicarán a tomar el poder por la
fuerza, serán revolucionarios, tratarán de llegar al poder mediante el uso de
las armas y no a través del voto popular.
Quienes optan por la lucha
armada necesitan contar con una elevada resistencia al dolor físico porque, por
regla general, deben vivir en la clandestinidad, padeciendo enormes dificultades
y privaciones, pero, sobre todo, aquel que caiga en manos del ejército que
protege las instituciones democráticas que los sediciosos desean destruir, será
sometido a terribles torturas que, inclusive, podrían provocarle la muerte.
Dicha resistencia al dolor y a
las torturas son parte del perfil excluyente, (obligatorio), porque los motivos
de las torturas son dos: extraer información que le permita al ejército formal
capturar al resto de los insurgentes y también como castigo por la intención de
matar a los militares del gobierno.
Esta segunda condición, la del
cruel castigo a quienes sean capturados, también tiene por fundamentación
provocar, entre quienes desean tomar el poder utilizando metodología bélica,
una drástica selección muy difícil de lograr.
Puesto que son pocas las
personas que tiene tan elevada resistencia al dolor físico, es muy poco
probable que lleguen a juntarse una cantidad de guerrilleros dispuestos a
padecer los probables suplicios.
Observemos además que esa
fortaleza física, (resistencia al dolor), que demuestran los guerrilleros está
compensada por la debilidad psíquica, (ansiedad, baja tolerancia a la
frustración), que les impide afrontar el lento,
incierto y frustrante proceso electoral.
(Este es el Artículo Nº 2.089)
●●●
No hay comentarios:
Publicar un comentario