Mario Moreno (1911-1993) fue un actor mexicano, que filmó muchas películas, la mayoría de las cuales lo tenían como protagonista en el personaje que lo llevó a la fama: «Cantinflas».
El éxito se debió principalmente, a las incuestionables dotes actorales, a que el personaje representaba a los pobres y que —al representarlos—, obtenía (en la ficción) logros anhelados por sus representados, esto es: ser amado por una mujer, conservar la dignidad, ser reconocido con justicia, aún por los personajes ricos de perfil más antipático.
Alberto Olmedo (1933-1988) fue un actor argentino, que filmó muchas películas, la mayoría de las cuales lo tenían como co-protagonista en personajes caracterizados por su hedonismo, su escasa vocación al trabajo, la predilección por el champagne, la vida nocturna y los enredos propios de una intensa actividad sexual.
Este actor, no representaba a los pobres como Cantinflas, sino que se hacía querer por integrantes de cualquier estamento socio-económico, realizando (actuando) lo que la mayoría soñamos tener: una vida alegre, divertida, aventurera, con pocos fracasos, muchos éxitos y —sobre todo—, con muchos amigos.
Mario Moreno y Alberto Olmedo fueron actores muy queridos por millones de personas, aunque sus personajes eran radicalmente distintos.
Cantinflas era muy sincero, humilde, luchaba por la justicia social, su principal objetivo era tener un buen trabajo (aunque sin pretensiones económicas elevadas) y formar una familia con una buena mujer.
Los personajes de Alberto Olmedo, eran fundamentalmente mentirosos, atrevidos, inescrupulosos. Tenían por principal objetivo, divertirse continuamente, derrochar cuanto dinero cayera en sus manos, vivir como un rico gracias a ingeniosas acciones oportunistas.
Ambos actores-personajes, lograron un amor casi devocional entre sus seguidores. Continúan en el recuerdo y sus películas aún compiten con las nuevas.
En suma: No amamos ni al honorable ni al pícaro, sino a quien nos da alegría.
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11 comentarios:
Me parece sumamente importante tener en cuenta que para conservar el afecto de nuestros seres queridos y para lograr nuevos vínculos afectivos, es fundamental brindar alegría.
Puedo querer al pícaro, siempre y cuando no me joda a mí.
La persona ideal sería la capaz de convinar la honorabilidad, la alegría y la picardía.
A una persona mentirosa e inescrupulosa, sólo se la puede querer si es un personaje de ficción. Nos causa alegría porque bien lejos de nosotros, en la pantalla.
Lo que sucede es que el niño que perdura en nosotros quiere portarse mal y divertirse.
El fútbol nos da alegría, entre otras cosas, porque los fracasos nos sirven para valorar de manera exultante los triunfos.
Recuerdo un personaje de Olmedo que era muy divertido. Representaba a un empleado que se degradaba al máximo con tal de satisfacer a su jefe, con la esperanza de lograr posteriormente algún beneficio.
Creo que el personaje que menciona Nolo, nos divertía porque representaba algo que todos hacemos en mayor o menor grado, que es hacer buena letra frente a los superiores. Esa actitud muchas veces nos hace sentir mal, por eso verla representada, nos permite vivenciar que es algo común, que muchos lo hacen; y mal de muchos...
Es cierto, ambos personajes nos daban alegría, porque eran graciosos y representaban a personas felices.
Creo que entre Olmedo actor y Olmedo persona, no había demasiada diferencia.
Alberto Olmedo, fue una excelentisima persona, es recordado por sus colegas y amigos por su GENEROSIDAD y SENSIBILIDAD CON EL PROJIMO. La verdad muchos escriben o insinuan estupideces sin saber de que hablan... Y esta COMPARACION me parece ABSURDA.
Me encantaban ambos estilos, fueron dos grandes.
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