El sentido común nos arruina.
La sabiduría popular nos obliga a creer ciertas cosas erróneas.
Si nos asegurara que podemos volar con solo tirarnos de un décimo piso, no nos haría tanto daño porque a muy pocos se les ocurriría probar.
Las falsedades que nos aporta el sentido común son más discretas, muy alineadas con nuestras fantasías, deseos, anhelos, preferencias.
Por eso nos domina, nos convierte en ilusos y nos lleva a cometer errores.
En varios artículos (1) he denunciado a este enemigo tan amistoso, que se quedó a vivir en nuestro menú de creencias.
El sentido común nos informa que rechazamos el dolor, que evitamos los problemas, que nos oponemos a los sufrimientos.
Veríamos las cosas de otra forma si aceptáramos que está en nuestra naturaleza exponernos a tener dificultades, que sentimos placer cuando el infortunio nos habilita para quejarnos, para mostrarnos como víctimas, para reclamar con serena legitimidad que se nos mime, se nos proteja, se nos tenga consideración.
Todos los juegos de azar echan sus raíces precisamente en esta atracción que tenemos por las pérdidas.
Cualquiera que sepa ganar dinero posee la inteligencia suficiente como para saber que los juegos de azar sólo le dan ganancias a quienes los administran.
La persona que tenga ganancias como apostador, aún no nació. Lo sabemos todos. No estoy dando ninguna novedad. No estoy descubriendo nada.
Por su parte, la especulación, comprar algo suponiendo que luego podrá venderse a mejor precio, cuenta con el sinsentido de que alguien pueda saber qué sucederá (conocer el futuro).
Es descabellado suponer que alguien puede conocer el futuro, más allá de suponer que mañana volveremos a ver el sol, ... como hace miles de años viene ocurriendo.
En suma: sin llegar a ser masoquistas, TODOS deseamos sufrir un poco, pero en secreto, sin enterarnos.
Artículo vinculado:
Dolor sin masoquismo
(1) La mujer de Juan Pérez
Error milenario
El drama nuestro de cada día
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10 comentarios:
De pronto sentimos una particular atracción hacia las pérdidas porque nos gusta entrenar.
Creo que los especuladores no fallan demasiado.
Creer que seremos favorecidos por los juegos de azar, es una forma optimista de creer en el destino.
Ahora que Sandra habla de destino, aprovecho para decir lo que pienso. El destino existe pero no podemos acceder a el nuestro. A lo largo de la vida, todos hacemos un recorrido particular hasta que llegamos al final. Nosotros mismos nunca podemos saber lo que vendrá, pero sí pueden hacerlo todos los que nos sobrevivan y puedan mirar en perspectiva nuestra vida.
Me gustaría saber
cuántas personas
llevan un buen pasar
gracias a
los juegos de azar.
Ellas les dirán a todos:
no dejes de jugar
no dejes de apostar
pronto vas a ganar.
Cuando compro en las ofertas de TODO POR 10!! del supermercado, especulo con que luego podrán vender a peor precio.
El problema está en que al apostador lo que se le pide es que use el sentido común. Él se niega a usarlo porque existe la posibilidad de que el golpe de suerte le esté reservado a él.
Si todos deseamos sufrir un poco. Entonces qué tiene de raro que yo quiera apostar?
El Licenciado escribe estas cosas porque se dedica a la prevención.
Ahora, cuando me meto en problemas, me siento más normal.
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