lunes, 11 de febrero de 2008

Neurotransmisores – Gragea Nº 45

Quienes están en el negocio de pedir limosna no se enriquecen pero sí tienen ingresos iguales o superiores a la mayoría de los trabajadores cuyas profesiones u oficios requieren varios años de estudio.

Esta afirmación surge de una constatación empírica, realizada por varios estudiosos del tema. Si bien parece un dato paradójico, es observable que a igualdad de horario de desempeño semanal, los resultados económicos tienen esta característica.

Lo que le quita el aspecto paradójico tiene que ver con la informalidad de las condiciones laborales (carecen de la cobertura de los organismos del estado que contemplan su salud, licencia, aguinaldo, jubilación; tampoco cuentan con la protección de un sindicato). El bajo prestigio social también disminuye el valor de la mencionada paradoja.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Alguna vez escuché alguna leyenda urbana que decía que un cierto mendigo muy conocido era en realidad un avaro millonario. El tema se presta la la imaginación popular, son historias lindas de contar, pero poco creíbles.

Anónimo dijo...

Sería preferible para mí que no tuvieran que andar pidiendo y es mucho más digno que hagan eso y no que roben.

Anónimo dijo...

Los gobiernos deberían ser más eficientes en la ayuda a toda esa gente que por algún motivo no sabe o no puede ganarse la vida.

Anónimo dijo...

Yo les doy porque me parten el alma y también porque pienso que uno nunca está libre de que algún día le pueda pasar lo mismo y sería horrible encontrarse con gente indiferente que nos miren con cara de asco.

Anónimo dijo...

creo que es fundamentalmente un tema cultural, un diseño de cabeza que biene de muchas generaciones atrás. los trabajadores informales "establecidos", no me refiero a los circunstanciales, no piensan en el futuro, o tienen craneada algún tipo de solución para cuando llegue. Puede también que tengan la certeza de no-futuro. No sé; habría que preguntarles.