Hace más de 5 años que soy cliente de una confitería y estoy seguro de que cuando deje de probar otras (porque tengo la manía de observar cómo encaran su negocio los que se ganan la vida sin ser empleados de alguien sino generando empleo), ... cuando deje de probar otras, seguramente les seré totalmente fiel. Porque se lo merecen.
Ayer cometieron un error: prometieron que me harían una entrega después de la hora 16:00 pero a la hora 15:45 recibí una llamada en mi teléfono móvil diciéndome que habían intentado entregar mi pedido pero que yo no había respondido a la puerta. Les dije que su promesa había sido a la hora 16:00 y que a esa hora estaría en mi domicilio para recibirlos. Me pidieron disculpas y a la hora convenida me entregaron la mercadería y me cobraron LOS U$S 19.00 DE MI COMPRA.
Estoy seguro de que en este caso ellos no tuvieron ganancia, pero fue un gesto de amor al trabajo, al profesionalismo, al semejante y a mí, que me impresionó.
Sé que la literatura romántica está desvinculada del marketing pero en la sensibilidad del ser humano esto no está desvinculado.
Hay muy pocos trabajadores que ponen en primer lugar el vínculo con sus clientes y dejan que los resultados económicos sean una consecuencia natural. Y digo trabajadores porque los empleados son proveedores de sus patrones tanto como este confitero provee a sus clientes de su repostería.
Los mejores ajedrecistas son aquellos que saben cómo ganar una partida sin distraerse con la pérdida de algún peón e inclusive de la reina si la ocasión lo justifica.
El hecho de que sean pocos los trabajadores que apuestan a generar vínculos sanos y duraderos antes que asegurarse una ganancia inmediata, hace que por ahora sea relativamente fácil adoptar esta filosofía porque llegará un día en que cada vez más trabajadores hagan suyo este criterio y será más difícil competir por los mejores lugares.
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10 comentarios:
Esto me recuerda un relato muy ameno que hizo un asesor de marketing ante una nutrida concurrencia en el Hotel Sheraton de Buenos Aires.
Un señor le decía a la esposa que el termo había que cambiarlo porque no conservaba el agua caliente. Ella le dijo que había tirado la factura de compra. El señor insistía en hacer la reclamación explicándo el extravío del comprobante y ella que no, que no valía la pena. Sin decirle nada, el señor concurrió con el termo al Supermercado Carrefour que tenemos en Temperley y ahí un encargado le hizo el cambio sin exigirle el ticket. El señor muy ufano volvió a su casa y le explicó su triunfo a la esposa quien le dijo azorada "¡Pero no fue en esa empresa donde lo había comprado!"
¡Esto es saberse ganar un cliente!
A mi me importa muy poco como me atiendan. Lo único que me importa es que el precio sea bueno y que la mercadería sea buena. Si me atiende una torpe, mejor, porque si es buena tendrán que pagarle más y eso tendrán que agregármelo al precio y lo que prefiero es comprar bueno-bonito y barato. Es bien fácil. No sé para qué la complican tanto.
Acá se dice que el empleado es un proveedor del patrón. Eso será cuando se tercerizan los servicios y una empresa contrata, p.e. a una cía de limpieza, pero cuando uno es empleado de una firma, es empleado sí y sí.
Yo apuesto a generar vínculos sanos y duraderos contigo, bomboncito.
Pruebe todas las confiterías que quiera, pero ojalá vuelva a Carrera conmigo
Concuerdo con Ud. que la anécdota relatada denota profesionalismo en el empresario, buena capacitación de los empleados, respeto por el cliente y por sobre todo la sabia creencia de que ninguna empresa va a crecer sólo con una fachada glamorosa; al cliente se lo gana con trabajo y calidad tanto en el producto como en el factor humano.
El texto me hizo pensar que las oportunidades laborales para los psicólogos son inagotables. Como nada de lo humano es ajeno ... ahí siempre tienen que estar los psicólogos para mejorar al ser humano y como consecuencia, todo aquello que hace.
Soy estudiante de psicología y percibo claramente todo lo que nos falta crecer.
Me cuesta poner en primer lugar el vínculo con mi novio (el que vive en Punta del Este) y que el casamiento sea una consecuencia natural.
Considero muy importante para el empleado "ponerse la camiseta" de la empresa. Si es empleado estatal la camiseta es más grande pero vale la pena ponérsela igual. Se disfruta más el trabajo, cuando sabemos que lo estamos haciendo bien. Todo esto no es una perorata. Lo he comprobado en mi misma y corroborado con amigas y amigos.
Es una equivocación más que generalizada suponer que las estrategias de propaganda sólo buscan la forma de hacernos consumir. Concomitante a eso, nos están ofreciendo un servicio, un producto, fruto del trabajo y del ingenio humano. Si el producto o el servicio valen lo que dicen valer es un intercambio justo, es dar y recibir; aunque parezca cursi, como en el amor.
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